"Llegó con los miembros entumecidos por el frío, su tensión había bajado. Le hicimos los primeros auxilios y la pusimos bajo perfusión porque había estado demasiado tiempo sin ser alimentada", explica a AFP el doctor Hani Maaruf.
La pequeña tiene contusiones, pero su estado es estable, según el médico. "Probablemente nació siete horas después del sismo", añade. Pesa 3,175 kg, así que nació en el tiempo previsto, precisa.
Con sus pocos medios, los rescatistas tardaron horas en poder retirar los escombros para extraer los cuerpos del resto de la familia.
Los pusieron unos al lado de otros en la casa de un allegado, recubiertos con sábanas, a la espera del funeral.
En la habitación, Khalil Sawadi enumera sus nombres. "Somos desplazados de Deir Ezzor, Abdalá es mi primo y estoy casado con su hermana", dice.
La familia había huido de la región inestable de Deir Ezzor, más al este, creyendo que estarían seguros en Jindires, una localidad controlada desde 2018 por las fuerzas turcas y los grupos rebeldes proturcos.
Una cincuentena de viviendas se derrumbaron en esta localidad siria, relativamente cercana al epicentro del sismo en Turquía, según un corresponsal de AFP.
El terremoto ha causado más de 5.000 muertos en Turquía y Siria, según los últimos balances, que no dejan de aumentar.
Según los Cascos Blancos, un servicio de emergencia que opera en las zonas rebeldes sirias, más de 200 edificios han quedado por los suelos en este sector.
Este grupo suplicó el martes a las organizaciones internacionales que acudieran a ayudar a estas regiones siniestradas y olvidadas. "El tiempo apremia. Cientos de personas están atrapadas entre los escombros", advirtió.
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