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Periodista Liliana Hendel le abrió camino a la agenda de género en medios argentinos
El significado de luchar por una vida libre de violencias.
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Keila Vilchez
Keila Vílchez B.
Martes, 25 de Noviembre de 2025

La periodista y psicóloga feminista argentina, Liliana Hendel, en el marco del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, conversó con La Opinión sobre los retos y avances que significó y significa, aún, para ella marcar un precedente en las agendas de género en los medios en su país.

Hendel, quien laboró en el Canal 13, Telefe y la Televisión Pública, popularizó el lenguaje con perspectiva de género y la agenda feminista. Siempre desde sus primeros pasos visibilizando temas que nadie quería mencionar, y que llevaron incluso a ser despedida por denunciar desigualdades, abusos y feminicidios.

Fundadora de la Red PAR y de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género en Argentina, hoy se encuentra frente a la Secretaría de las Mujeres del municipio de La Matanza y activa en redes regionales de comunicadoras. Su mirada, crítica y esperanzada, invita a pensar qué significa seguir luchando por una vida libre de violencias en un contexto político cambiante y desigual.


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¿Cuál fue el punto de quiebre o el momento decisivo que la llevó a vincular su labor periodística con la defensa de los derechos de las mujeres?

Desconozco si hubo un punto de quiebre o un momento decisivo. Me parece que la vida periodística y la de mi profesión como psicóloga feminista formada dentro de un ámbito que miraba lo social, económico, político y psicológicamente el mundo, y el gran universo de las mujeres me llevó a la televisión, inicialmente como psicóloga.

Tenía una columna que se llamaba ‘Asuntos de familia’ donde desnudaba cuestiones que eran invisibles. El trabajo doméstico era invisible, el maternal era una tarea que se publicitaba siempre como feliz, sin conflictos. Los divorcios que por entonces empezaban a ser más frecuentes y las llamadas familias ensambladas; se hablaba de salud sexual y reproductiva, pero todavía no se hablaba tan frontalmente de aborto.

Eso fue tramando dos ejes que se fueron uniendo, la psicología y el periodismo, ambos con perspectiva de género.

Algunos hitos de la política y de la coyuntura en Argentina y la región fueron decisivos para que periodísticamente yo me parara como alguien que denunciaba cosas que estaban o bien fuera del ámbito periodístico o bien en los apartados policiales, como los feminicidios.

Estos feminicidios, la aparición del concepto de madres protectoras y las muertes y cárcel por abortos, que en aquel momento eran clandestinos, cuando en mi país todavía no era legal, fueron hitos sobre los que mi tarea periodística fue configurándome en lo que luego fue mi rol como periodista feminista.

La liga de cada uno de esos temas es la denuncia sobre un sistema judicial siempre misógino, patriarcal, monárquico y alejado de la verdadera justicia que las mujeres y las diversidades sexogenéricas necesitan.


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Desde la psicología y el periodismo, ¿cómo ha logrado articular ambas disciplinas para visibilizar las violencias de género y promover transformaciones sociales?

Para visibilizar la violencia y promover transformaciones sociales, los medios cuando yo empecé eran y siguen siendo un eje fundamental.

Muchas de nosotras visibilizábamos temas que no aparecían en los medios y de los cuales nosotras nos enterábamos porque aparecían en las redes de apoyo: desapareció tal ‘piba’(chica o joven), metieron en la cárcel a fulanita porque se hizo un aborto clandestino o peor, que falleció.

Esas historias, la rabia y un movimiento de mujeres muy fuerte en Argentina y un feminismo popular fueron atravesando los partidos políticos. Por ejemplo, la paridad del cupo laboral se consiguió en Argentina muy tardíamente.

Llegamos a tener senadoras, en representación de las provincias por la unidad de mujeres feministas de todos los partidos políticos, que en muchas otras cosas se mataban en la esquina de un bar, pero que frente a un punto común, a un enemigo, a una circunstancia común se unieron.

Así fue como más tarde nos unimos para lograr el aborto seguro, legal y gratuito, y vencimos la resistencia doblándole la mano al patriarcado feroz.


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La mayor resistencia en los medios de comunicación fue el uso del lenguaje no sexista, el señalamiento permanente de que el lenguaje masculino nos invisibiliza y nos desaparece de la lengua, y que las mujeres no somos parte del universo masculino, sino que somos un universo y de ahí se desprende también la diversidad sexogenérica, que empiezan a tener un nombre propio.

La otra forma de la resistencia fue despedirme, sí me despidieron de todos los canales en los que trabajé, y no porque faltara ni porque incumpliera con mi tarea, me despedían por lo que yo decía.

La otra manera de expresar la resistencia patriarcal es a través del chiste: ‘Esas cosas de chicas’, ‘otra vez vas a hablar de feminicidio’, ‘uy no, otra vez vos con tus temitas’, ‘esos temitas’.

Me parece que este ninguneo -decimos aquí en Argentina- esa manera de bajarle el precio a algunos temas no existe, porque otra vez se habla de fútbol 33.000 veces por día en diferentes canales y a nadie le molesta, hablan de los mismos personajes políticos y a nadie le molesta. Justamente, les molesta que hablemos de que nos matan de a una por día, y que el que nos mata es un varón, y que en general goza de impunidad, y que el crimen con mayor impunidad en nuestras sociedades es el abuso sexual contra las infancias y que ese crimen está perpetrado por varones heterosexuales que abusan de niñas y de niños.

¿Eso otra vez ese temita? Bueno, esta es una manera resistencial de ningunear la importancia que tiene el dramatismo que tiene esa problemática en nuestras sociedades.

Periodista Liliana Hendel. Foto cortesía

¿Los medios actuales han cambiado o todavía reproducen narrativas que perpetúan desigualdades y estigmas?

Los medios actuales han cambiado, pero no lo suficiente y, además, los medios que son un ejercicio político del poder y del contrapoder oscilan con los vientos políticos partidarios.

Por lo tanto, lo que observamos en la Argentina, lo que hasta hace 6 años era políticamente incorrecto, hoy se publica con absoluta impunidad. Yo creo que los medios no han cambiado suficientemente.

Mi país llegó a tener 14 o 15 editoras de género y ahora quedaron dos. Se sigue hablando de los temas jerárquicos masculinamente, pero hay cierta conciencia del uso del lenguaje no sexista, en fin, algunas cosas han cambiado. Pero si me preguntas si estamos satisfechas con los cambios, la respuesta claramente es no.

Desde su cargo en la secretaría de Género y Diversidades de La Matanza, ¿cuáles han sido los retos y logros?

Desde mi cargo como secretaria, los retos son infinitos, pero voy a describirte los logros de los que me siento orgullosa. Armamos equipos que conviven y llevan adelante la implementación de políticas públicas feministas hacia dentro y hacia fuera.

Eso quiere decir, hacia dentro de la secretaría nosotras tenemos una transversalidad que nos permite trabajar en equipo de cada área, casos críticos, si las buscamos no desaparecen, protección de derechos, acceso a justicia, actualización de conocimientos.


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Las cosas se resuelven grupalmente, generando un pensamiento colectivo para que las cosas cambien estructuralmente, y hemos logrado, en 5 años, instalar en un territorio como La Matanza, un distrito con casi tres millones de habitantes, algún ideario donde las mujeres saben que pueden llamar a nuestro 0800, acercarse para pedir asesoramiento jurídico, incluirse en talleres o en los grupos en los que trabajamos para fortalecer la salida de las violencias.

Usted forma parte de redes feministas como PAR y la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género. ¿Qué importancia tienen hoy estas alianzas?

Las redes son fundamentales, nadie se salva solo, las redes de periodistas son la manera en que la información circule fluidamente de un distrito a otro, de un país a otro, de una provincia a otra.

Ahora está circulando la película Belén, por ejemplo, que cuando estuve en Colombia me comentaban que se estaba viendo y a mí me generó mucha emoción porque el aborto no es un tema concluido ni es un tema ganado definitivamente. (El presidente Javier Milei) amenaza en mi país hace rato con derogar la ley del aborto. Entonces, en las redes tenemos una potencia de construir poder político que me parece que no terminamos de utilizar suficientemente.

 ¿Qué papel deben asumir los Estados frente al avance de discursos antiderechos y antifeministas?

El problema es cuando los propios estados son antifeministas y antiderechos, como (Javier) Milei, por ejemplo. Entonces, hay elecciones en Chile, y probablemente en la segunda vuelta gane un gobierno de derecha, en Ecuador hay un gobierno de derecha, en Bolivia hay un gobierno de derecha.

La verdad es que yo creo que los estados deben ocuparse, no importa cuál sea el signo político del gobierno, de asistir y de atender a los derechos de todas las personas que viven en esa comunidad. La derecha y el neoliberalismo se ocupan exactamente de lo contrario, de arrasar con todos los derechos conquistados e inhibir la posibilidad de trabajar sobre nuevos derechos.


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¿Cómo percibe la evolución del movimiento feminista y los retrocesos que enfrentan las políticas de género?

Creo que todo pasa. Esto también pasará. Nunca se vuelve al punto cero. El otro día leía con horror que hay países del mundo donde a las mujeres se las sigue quemando por brujas. Yo pensé, hasta que leí ese texto, que el tema de las brujas se había terminado en el inicio del siglo XX.

El mundo es enorme y se siguen cometiendo las peores indignidades contra las mujeres y las diversidades sexogenéricas. Sin embargo, tengo la confianza en que las mayoras, las ancestras y más jóvenes con el trabajo de las masculinidades y de jóvenes varones, que ya no quieren ser mirados como asesinos ni como violadores, podremos con mucha decisión política, coraje y valentía construir un mundo mejor para todas las personas.


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