“Tengo que hacer otras carreritas”, fueron las últimas palabras que escuchó Eduardo Torres Remolina de su hermano, Édgar, un día antes de ser asesinado por hombres armados en el sector Las Piedras, en la vía que de El Zulia conduce a San Cayetano.
La pérdida de su hermano menor se convirtió en la segunda muerte violenta que ha tenido que afrontar la familia, pues en 2001 también perdieron al mayor de los seis, un asesinato que quedó en la impunidad.
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Ahora, se enfrentan a una nueva y dura realidad: a Édgar lo mataron junto con otra persona, quien responde al nombre de Cristian Alfonso Rey Ramírez y sería el objetivo de los sicarios. Sin embargo, en medio del ataque, también terminó cayendo Torres Remolina.
“Los que están metidos en ese cuento vienen y buscan a la gente del pueblo, que en su ignorancia termina siendo instrumentalizada por ellos. Ahorita se desató una guerra y no les importa a quién matan, llegan a un sitio y van por una persona, pero terminan asesinando a dos, tres y hasta más”, expresó Eduardo Torres.
Añadió que “nadie quiere salir, nadie quiere moverse, no hay a quién acudir, no tenemos ley”.
Solo les queda llenarse de fortaleza para darle el último adiós a Cachicamo, como le decían cariñosamente, y pedirle a los grupos armados que dejen de involucrar al pueblo en una guerra sin sentido.
“Entre más civilizados, más brutos nos volvemos. Somos de los mismos, somos del pueblo, criados con ellos, vecinos, pero terminamos matándonos a la pata de nada, simplemente por las ideologías de unos cuantos. Ya es justo que no incluyan a la gente trabajadora que solo quiere vivir en paz”, concluyó el líder y exconcejal de El Zulia.
Muy querido por todos
Édgar Torres, Cachicamo, tenía 35 años y era el menor de seis hermanos. Nació y creció en la vereda La Rampachala, ubicada en la zona rural de El Zulia.
Allí vivieron hasta que sus padres fallecieron y la familia decidió vender la propiedad para ubicarse en otros sectores del municipio.
Desde siempre, Cachicamo se dedicó al gremio del transporte, siguiendo los pasos de su padre y sus hermanos. Durante diez años condujo una buseta en la ruta El Zulia-San Miguel, pero al notar que el negocio estaba desmejorando, hace cuatro meses decidió comprar un motocarro, sin saber que esto lo llevaría a la muerte.
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Según sus seres queridos, era un hombre muy apreciado en el municipio. Por donde pasaba, saludaba a todos y jamás tuvo inconvenientes con nadie, pues solo se dedicaba a trabajar.
“Él hacía muchos favores, lo querían mucho, era sociable y hablador con todos”, comentó su hermano.
Sostuvo una relación sentimental de la que nacieron dos hijos: una niña que pronto cumplirá 15 años y un niño de 4. Sin embargo, su relación había terminado y actualmente vivía solo.