Un presunto caso de abuso de autoridad ocurrido el pasado lunes en el municipio de Mutiscua dejó gravemente herido a Carlos Javier Jaimes Gélvez, de 46 años, quien hoy se debate entre la vida y la muerte.
Entre las 8:30 y 9:00 de la mañana, un disparo, al parecer realizado por un uniformado, le atravesó el cuello causándole una lesión en la médula espinal. Según los médicos, el daño es irreversible y podría dejarlo cuadripléjico de por vida.
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Lo que comenzó como un día normal terminó convirtiéndose en una tragedia que marcó su vida y la de su familia para siempre.
Padece esquizofrenia
Carlos Javier vive con su madre, de 74 años, y una de sus cuatro hermanas en una vivienda ubicada a media hora del casco urbano de Mutiscua.
Desde hace aproximadamente 25 años, fue diagnosticado con esquizofrenia y se convirtió en paciente psiquiátrico. Sin embargo, pese a su condición, es muy querido en el municipio por su inteligencia y amabilidad. Según sus allegados, nunca ha sido violento ni agresivo.
"Él nunca había agredido a nadie, ni en la casa ni cuando lo regañábamos. Es muy independiente. Iba solo al médico, recogía sus medicamentos y hasta viajaba a Pamplona para reclamarlos. Siempre se acordaba de todo, no dependía de nosotros para nada", relató una de sus hermanas.
Lo único inusual que su familia notó recientemente fue un cambio en su rutina de sueño: se acostaba más tarde de lo habitual y despertaba todos los días a las 5:00 a.m.
Ante esta situación, sus seres queridos habían planeado viajar con él a Cúcuta este jueves para llevarlo al hospital mental y evaluar qué estaba ocurriendo.
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Sin embargo, nunca imaginaron que ese viaje se adelantaría por una razón que hoy les destroza el corazón.
Un grave incidente
El lunes, como era habitual, Carlos Javier salió de su vivienda rumbo a Mutiscua. Se ganaba la vida comprando machetes y adaptándolos con una cacha de caucho de llanta para luego venderlos.
Este medio pudo conocer que, antes del incidente, Carlos estuvo en el puesto de salud del municipio. Sin embargo, al salir del lugar, comenzó la tragedia.
Según testigos, llegó a la estación de Policía en un estado de crisis, aparentemente sufriendo un episodio de delirio de persecución. Desesperado, aseguraba que lo estaban siguiendo y, en medio de su alteración, usó un machete para golpear una motocicleta de la Policía que estaba estacionada.
Ante la situación, dos uniformados, un patrullero y un subintendente, intervinieron.
Se presume que Carlos intentó agredir a uno de los policías con el machete, pero el casco del uniformado impidió que resultara herido. "Si eso hubiese sido así, el policía habría quedado gravemente herido por la trayectoria del golpe y el punto donde impactó el casco, casi en la nuca, pero no, ellos no tienen ni un rasguño", afirmó una familiar.
Tras el incidente, los uniformados iniciaron una persecución contra Carlos Javier, la cual quedó registrada en videos de las cámaras de seguridad.
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"La señora de la tienda les gritaba que lo dejaran quieto, que él era loquito, pero no la escucharon ni pararon", relató un testigo.
Según versiones, la persecución llegó hasta el cementerio. Al no poder alcanzarlo, los policías regresaron a buscar la motocicleta para continuar tras él.
Finalmente, en el sector conocido como Ana Paula, lograron interceptarlo. "Le aplicaron varias descargas con el taser (corriente), pero no lograron neutralizarlo. También lo golpearon, porque tiene moretones en la cara y raspaduras alrededor de los ojos. Como no pudieron reducirlo, optaron por dispararle a matarlo (…)", denunció la familiar.