La situación en la zona rural de Tibú se torna cada vez más crítica. La comunidad se encuentra atrapada en sus propias veredas, sometida por el enfrentamiento entre los grupos armados ilegales que se disputan el control del territorio.
Desde este miércoles, se han reportado combates entre la disidencia de las Farc y el Ejército de Liberación Nacional (Eln), lo que ha derivado en secuestros, desplazamientos forzados y un clima de terror que mantiene a los habitantes en vilo.
Las veredas más afectadas son Versalles y el Km-25, donde hombres armados, identificados con distintivos de la disidencia de las Farc, se tomaron la zona con el objetivo de recuperar territorios que hoy están bajo el dominio del Eln.
Se ha informado que esta incursión es parte de una estrategia para retomar el control sobre municipios clave como El Tarra, iniciando su ofensiva desde la vía que conecta Tibú con esta localidad del Catatumbo.
Según reportes locales, la llegada de alias Pescado y El Paisa, con más de 150 hombres provenientes de Arauca y el Magdalena Medio, ha intensificado los enfrentamientos. Con ello, se prevé un aumento de homicidios selectivos y combates, lo que agudiza aún más la crisis humanitaria en la zona.
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Secuestros y acusaciones
El panorama es aún más grave en el Km-25, donde la disidencia no solo se enfrenta al Eln, sino que también ha tomado rehenes entre la comunidad.
Uno de los secuestrados es el líder social Joaquín Enrique Villamizar, a quien señalaron de almacenar explosivos para el Eln.
Junto a él, fueron retenidas otras dos personas que, según la comunidad, sí podrían tener relación con ese grupo, pero Villamizar ha sido, al parecer, injustamente acusado.
A través de un comunicado publicado en la cuenta de X de Andrey Avendaño, cabecilla de la disidencia, se afirmó que el líder social tenía bajo su custodia municiones de diverso calibre, granadas, estopines y otros elementos de guerra que pertenecían al Eln.
La comunidad ha rechazado esta versión, asegurando que se trata de una estrategia de la disidencia para justificar su presencia en la zona y generar terror entre los habitantes.
En riesgo de desplazamiento
Los combates entre estos grupos han dejado a la población completamente confinada. Nadie puede salir ni entrar de las veredas debido a la intensidad de los enfrentamientos.
Muchas familias han expresado su deseo de desplazarse para evitar quedar en medio del fuego cruzado, pero la situación no les permite moverse con seguridad.
Esta crisis no solo afecta a los campesinos, sino también a las comunidades indígenas. Este jueves, hombres armados del Eln dispararon contra dos camionetas en las que se movilizaban líderes del pueblo barí por el Km-25.
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Afortunadamente, los ocupantes salieron ilesos, pero el ataque evidencia la vulnerabilidad en la que se encuentran los habitantes de la zona.
Además, se han difundido videos en los que se observa a los disidentes retirando letreros del Eln en Versalles, en un claro intento de marcar su dominio sobre el territorio.
Tibú, un territorio olvidado
Pese a la declaratoria de Conmoción Interior hecha por el presidente, en el Catatumbo la situación sigue siendo la misma: promesas sin hechos concretos.
Mientras en las mesas de negociación se habla de paz, en el terreno la realidad es otra. La comunidad sigue secuestrada por la violencia, sin una respuesta efectiva del Estado que frene la guerra que se libra en su territorio.
Cada día que pasa, la incertidumbre y el miedo se apoderan de los habitantes de Tibú, donde la vida parece depender de quién tenga el control de las armas. La población civil, una vez más, se convierte en la principal víctima de una guerra que parece no tener fin.
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