Ayer, en el sepelio de Richard Alexander Tejado Ramos su familia no podía contener las lágrimas, la tristeza y la frustración de haber perdido al joven de 19 años, quien fue asesinado el atardecer del miércoles, cuando pasaba por un sendero boscoso que está en los límites entre los barrios El Salado y Metrópolis.
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Pero la pena y el duelo que se vivía en la calle 18 con avenida 6, de El Salado, donde estaba siendo velado Tejado Ramos, no era solamente por esa trágica muerte, sino que a unas casas de distancia se encontraba la residencia del menor de edad que fue asesinado junto con él.
El crimen de este menor fue un golpe muy fuerte para su madre, quien vivía solo con él en Cúcuta, pues el resto de su familia está en Venezuela, por lo que una vez que tuvo el cuerpo de su hijo, decidió irse hacia el vecino país para sepultarlo allá.
¿Qué sucede en El Salado?
Desde el pasado 27 de junio, en este barrio del norte de Cúcuta se ha sembrado la zozobra y el miedo. En tres hechos de sangre, cuatro personas han perdido la vida y hasta la fecha ninguno de los homicidas responsables ha sido judicializado.
Un habitante del barrio, que prefirió no ser identificado, aseguró que debido a las muertes registradas, varias personas se han ido, por temor a que puedan ser víctimas de esos ataques a bala.
“Este es un barrio antiguo y uno ya más o menos conoce quién es el que delinque y quien no, las personas que han decidido irse, es porque han estado en esos malos caminos como había pasado con los homicidios anteriores. Aunque el asesinato de estos dos jóvenes, la verdad que si fue extraño, los dos pelados eran reconocidos acá por trabajar a diario”, dijo la fuente.
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Para el habitante, el reciente doble homicidio fue algo muy confuso, pues manifestó que alcanzó a jugar pool con el menor de edad en más de una ocasión en el barrio, y nunca vio indicios ni escuchó rumores de que estuviera involucrado en algún delito.
“La verdad es que aquí había un hombre que era como el dueño de la venta de microtráfico, pero hace meses lo mataron, después de eso los consumidores de estupefacientes son más reservados, en su mayoría trabajan y cuando consumen lo hacen a escondidas, por lo que en ese sentido se podría decir que ha bajado la inseguridad, pero con estos hechos todos estamos asustados”, concluyó.