La noche del pasado lunes 25 de marzo, tan solo dejó dolor e intranquilidad en la vida de la mamá de Marlon Javier Gómez Rangel, de 19 años, quien fue asesinado a manos de un primo.

Desde esa noche, ella y sus hijas, no han sabido nada más del homicida, solo que está libre, continuando con su vida como si nada hubiese pasado.

El hecho se registró en el corregimiento San Pedro, zona rural de Cúcuta. A las 8:00 de la noche, cuando los jóvenes compartían un rato, uno de los primos de Marlon Gómez sacó un arma y luego de cargarla con una bala, dijo “esta es la bendita” y disparó contra él.

Aunque la familia lo llevó rápidamente a la Unidad Básica Puente Barco Leones, los galenos de turno le informaron a los seres queridos que ya no podían hacer nada, pues había llegado sin signos vitales.

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La justicia

“Mi hijo cumplió un mes de muerto y las autoridades no me han llamado a decirme qué ha pasado con el caso, absolutamente nada. Yo estoy como si se estuvieran violando mis derechos como madre”, dijo la mamá de Marlon.

Según la familia, el joven de 17 años, al parecer, se presentó ante las autoridades con un abogado, pero no lo aprehendieron. El adolescente sigue libre.

La mujer, frente a esta situación, solo espera que las autoridades hagan justicia y que su caso no quede en la impunidad, pues temen que el homicida se escape y evite rendirle cuentas a la justicia.

Una noche de pánico

Marlon Gómez se dedicaba a trabajar en la instalación de gramas y pisos sintéticos. El día del homicidio, él había llegado de trabajar, cuando su primo (el homicida) le pidió que salieran un rato.

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“Ese día él estaba muy cansado de trabajar y el agresor de mi hijo lo invitó para la calle, entonces yo llegué y le dije papito, mi amor, usted está cansado, ¿por qué no se acuesta a dormir y ahorita miramos a ver?, porque el gas se nos ha acabado. Pero no, él me dijo: ‘no mami, yo ya vengo ahorita’ y así salió”, añadió la mamá de Marlon, recordando el día del hecho.

Pero ese día la mujer se fue a descansar, mientras su hijo volvía, pero un frío en el cuerpo la despertó con angustia. El instinto la llevó a buscar a su hijo, cuando llegó al lugar donde sabía que estaría compartiendo con su primo, encontrándolo tendido en los brazos de otro de sus primos, ya agonizante.

“Cuando yo llegué, veo a mi sobrino, de 17 años, arrodillado tirado con él, abrazándolo, diciéndole hermanito, no me vaya a dejar”, sostuvo la mujer.

A Marlon Gómez su familia lo recuerda como un joven juicioso, responsable, amable y muy querido en el corregimiento donde vivían. Además, dentro de sus aspiraciones estaba ser mecánico.

“Cuando los dos construimos la casita, me dijo: ‘mami, ahora sí, ya nadie nos va a humillar por un techo’”, recordó entre lágrimas la mujer.

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