Solo y en la tierra de nadie. Así murió un anciano entre 70 y 80 años, la noche del miércoles, cuando se desató una balacera entre miembros del Ejército de Liberación Nacional (Eln) y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc), en la vereda Puerto Villamizar, zona rural de Cúcuta.

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La víctima recibió al menos cinco impactos de bala de fusil, tres de ellos en la espalda, uno en la cabeza y otro en un brazo, lo que la dejó sin vida de manera inmediata en el lugar.

Según se conoció por algunos habitantes de la zona, que lleva hacia Aguaclara y Puerto Santander, el hombre salió de la casa donde vivió durante los últimos tres años solo, cuando escuchó las detonaciones de los disparos en medio de la confrontación entre estos grupos armados ilegales y allí fue impactado.

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Por la frialdad y la intensidad del enfrentamiento, los demás habitantes de esta apartada zona evitaron salir de sus viviendas, por lo que fue hasta el día siguiente que se percataron del hallazgo del cadáver.

Aunque la víctima no tenía documentos de identidad, se conoció que al parecer, se llamaba José Olivio Lizcano y sería oriundo de Cucutilla.

Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, las autoridades no pudieron identificar el cadáver plenamente.

Horas después del suceso, miembros de la funeraria Nuestra Señora de Los Andes llegaron hasta el lugar del crimen y se encargaron de trasladar el cadáver al Instituto de Medicina Legal, donde las autoridades adelantaron la inspección técnica.

Las autoridades no ingresaron a la zona por la alteración del orden público que desencadenó en el asesinato del anciano.

“Uno ya sabe que cuando esa gente (grupos ilegales) se empiezan a enfrentar, la situación se pone muy peligrosa y eso es mejor ni salir de la casa. Acá toca es hacerse como el que nadie sabe nada y que no le importa nada, porque también queda uno en el medio”, dijo un habitante de la zona rural de Cúcuta.

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Precisamente, ni siquiera las autoridades están exentas del riesgo de ser atacadas de manera despiadada en estos lugares, por lo que el ingreso a los uniformados se restringe cada vez más, a pesar de que allí siguen ocurriendo asesinatos.

La disputa a sangre y muerte entre el Eln y las Agc sigue siendo por el mismo objetivo: dominar el narcotráfico, el cobro de extorsiones y el contrabando que confluyen en esta zona fronteriza.

El renacer de las Agc

En diciembre del año pasado los habitantes de la zona rural de Cúcuta y Puerto Santander notaron nuevamente la presencia de los miembros de esta organización armada ilegal, pero esta vez, con mucha más fuerza e integrantes que anteriormente.

Esto se dio cuando las autoridades civiles, policiales y militares de Cúcuta aseguraban que esa banda criminal estaba agonizando, luego de los duros golpes que le han dado y la guerra a muerte que mantiene contra el Eln desde diciembre de 2020, cuando ingresaron a esa zona.

Aunque ninguna autoridad lo quiere aceptar abiertamente, las Agc tendrían un enorme campamento ubicado en la parte más alta entre Palmarito, Banco de Arena, Vigilancia y Totumito-Carboneras, donde habría carpas para resguardar alrededor de 200 hombres fuertemente armados.

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