Jhosman Arley Cárdenas Pérez, alias el Rolo, fue condenado a 50 años de prisión por el macabro crimen de su hijastro, de dos años y cinco meses, tras una cruel golpiza en una vivienda ubicada en el barrio La Concordia.

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Según se conoció, Cárdenas actuó de esa manera porque supuestamente no soportaba que el pequeño llorara al no tener a su mamá cerca, pues ella trabajaba y él era quien lo cuidaba.

El hombre, de 24 años, fue señalado por los delitos de homicidio, tortura y violencia intrafamiliar, todas las conductas agravadas. Fue el pasado 22 de julio que el niño fue llevado a un centro asistencial en estado crítico de salud, donde falleció minutos después debido a la gravedad de las heridas.

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Según fuentes judiciales, la madre manifestó que el menor se había caído por las escaleras, pero las investigaciones adelantadas por el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) en coordinación con la Seccional de Investigación Criminal (Sijín) permitieron establecer que la versión dada por la progenitora no era cierta.

El dictamen del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses determinó que la muerte del niño se produjo por múltiples lesiones ocasionadas por golpes sistemáticos.

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El macabro hecho 

A la sala de urgencias del Hospital Universitario Erasmo Meoz llegó una joven con Eider en brazos, desconsolada pidiendo ayuda, pues el niño estaba convulsionando y vomitando sangre. A pesar de los esfuerzos de los médicos, no pudieron salvarle la vida y poco después murió a raíz del maltrato físico que habría padecido en sus últimos días. 

La inspección forense reveló que la muerte fue causada por una paliza que le había afectado gravemente el abdomen, versión opuesta a lo que contaban la madre y Arley, quienes afirmaban que el niño se había caído de la cama un día y al siguiente de las escaleras. 

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Inmediatamente se inició una investigación, en la que los adultos empezaron a dar versiones contrarias. Al revisar la casa encontraron algunas manchas de sangre, que pertenecían al pequeño. 

Se pudo conocer que en los resultados de la necropsia, los médicos forenses vieron que el niño tenía varias de sus costillas rotas, además de que algunos de sus órganos estaban reventados y también tenía laceraciones y hematomas.

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Se lo trajeron de Toledo 

Las autoridades también conocieron que la mamá tenía al niño en Toledo, al cuidado de sus padres, pues ella trabajaba en una avícola y prefería que ellos lo tuvieran bajo su protección, donde siempre estuvo bien.

Pero los primeros días de julio ella decidió traérselo para Cúcuta y tenerlo bajo su cuidado y el de su pareja sentimental, pero lo que la joven no esperaba era que Pérez terminaría matando al pequeño a golpes.

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