Todo apunta a que los 200 años del Congreso Constituyente reunido en Villa del Rosario se recuerden con el reconocimiento de su importancia histórica. Será una conmemoración de convocatoria al estudio de lo que representó ese hecho en la formación de la nación. La programación de los actos tiene ese alcance. La semana pasada se llevó a cabo el conversatorio ‘Norte Santander, rincón histórico de la nacionalidad colombiana’ en la casa museo del General Francisco de Paula Santander, en Villa del Rosario. El historiador bumangués Armando Martínez Garnica y la venezolana tachirense Ana Cecilia Vega fueron los expositores.
Martínez Gandica es doctor en historia, profesor emérito de la Universidad Industrial de Santander (UIS) y exdirector del Archivo General de la Nación. Está dedicado a escribir y enseñar. Tiene asiento en la Academia de Historia de Santander. Durante su reciente visita a Cúcuta La Opinión lo entrevistó.
¿Qué representa para la historia de Colombia el Congreso reunido en Villa del Rosario en 1821, cuyo bicentenario se celebra?
Representa el momento constituyente original de la nueva nación de ciudadanos que se llamó República de Colombia, integrada en la década de 1820 por las gentes de las provincias que habían estado subordinadas tanto al Virreinato de Santafé como a la Capitanía General de Venezuela. Fue el resultado de la ambición política de un pequeño grupo de militares venezolanos, y de algunos neogranadinos, como Francisco Antonio Zea. Aunque ese experimento político solo duró una década, su legado se reprodujo en tres nuevos estados nacionales que llegan hasta nuestros días.
¿Cómo debe ser la celebración de ese hecho histórico?
Debe ser un ejercicio colectivo de rememoración que intente comprender las ideas originales del proyecto nacional colombiano, tal como quedaron plasmadas en los debates del Congreso Constituyente y en el texto constitucional aprobado en la Villa del Rosario. Fue la base de todas las demás constituciones que se dieron en el siglo XIX tanto en Venezuela como en la Nueva Granada y el Ecuador. Rememorar significa un esfuerzo de comprender el sentido de la experiencia histórica de nuestra nación, para hacernos cargo de su legado en la perspectiva del porvenir.
¿Villa del Rosario qué debe esperar como escenario que fue del Congreso de 1821?
Debe esperar un reconocimiento nacional de su condición de sede del primer Congreso Constituyente colombiano, lo cual significa que tanto el 20 Congreso Colombiano de Historia como otros eventos académicos organizados por las Cortes deben escoger este municipio como sede de sus deliberaciones. Debe esperar que muchas personas vengan a visitar las ruinas del templo donde se hicieron las sesiones del Congreso Constituyente original, así como la casa natal del neogranadino más brillante de su generación. Alguna inversión nacional en esos dos inmuebles no estaría de sobra, pero lo más importante es que durante el año 2021 todos los colombianos deberían saber que existe la Villa del Rosario en el territorio nacional.
El 20 Congreso Colombiano de Historia se reunirá en Villa del Rosario a finales de agosto de 2021. ¿Cuál será su agenda?
Será una combinación de ocho conferencias magistrales de nivel internacional y unas 176 mesas de debate histórico, a razón de 44 mesas diarias, 22 en la mañana y 22 en la tarde. Cada una de esas mesas será un debate de cuatro historiadores especializados sobre una pregunta histórica, ante un público interesado en conocer sus respuestas. El Colegio de la Frontera será la sede de esas deliberaciones, pues representa muy bien la solidaridad del Gobierno colombiano con los niños y jóvenes de las dos poblaciones más cercanas del Táchira.
¿Está planteada la participación de las academias de historia de las distintas regiones en la celebración bicentenaria?
Entre las instituciones convocantes al 20 Congreso tenemos a las Academias de Historia de Santander y Norte de Santander, la Academia Colombiana de Jurisprudencia, la Academia Colombiana de Historia, tres universidades territoriales y el Museo Casa Natal del General Santander.
¿Se debe invitar a Venezuela?
Si. Ya está invitada tanto la Academia Nacional de la Historia como todas las universidades venezolanas.
¿Qué piensa de la enseñanza de la historia en Colombia?
Como una representación orientadora del ciudadano, al igual que lo es la Geografía, la enseñanza de la historia nacional es una necesidad de todos. Fue una equivocación estatal haber difuminado estas dos enseñanzas en un cajón de sastre llamado ciencias sociales, pues solo se obtuvo una resistencia de las nuevas generaciones a la lectura de los textos y documentos históricos, o a los mapas, con sus consecuencias en la desorientación rampante de las generaciones recientes.
¿Otras apuestas para el Bicentenario?
Desde el año 2008 he participado con colegas del país, de Venezuela y del Ecuador, así como de España, en muchos eventos de reflexión y debate sobre la experiencia de la revolución hispana en ambos hemisferios. Este proceso comenzó con la invasión de las tropas francesas a la Península Ibérica y con la retención del rey Fernando VII en Bayona. La respuesta dada por las Cortes de Cádiz, la primera constitución de la Nación española, fue ejemplar para Hispanoamérica. Pero el trabajo de los colegios electorales y constituyentes de las provincias neogranadinas entre 1811 y 1815 fue una experiencia excepcional, así como el trabajo del primer Congreso Constituyente de Venezuela.
Las declaraciones de independencia firmadas en la Nueva Granada y en Venezuela durante la década de 1810, pese a la restauración monárquica que vino en 1815 con el Ejército Expedicionario de Tierra Firme, fueron una precoz experiencia política en el proceso revolucionario de Hispanoamérica. Después de más de una década de deliberaciones en congresos y simposios, nos acercamos al final con la conmemoración bicentenaria de la aprobación de la primera Constitución de la primera República de Colombia, y por ello hemos escogido a la Villa del Rosario como sede del más importante congreso nacional.
¿Cuál es su visión del desarrollo cultural de Colombia?
Conforme al origen latino de la palabra, cultura es aquello que se cultiva, que se reproduce, que se repite, para bien o para mal. Por ello, la cultura se origina en la iniciativa y la disciplina particular de los individuos, que los fondos estatales pueden fomentar o no. Como advirtió Nietzsche en 1889, la sociedad ha olvidado que la finalidad de la educación es la formación de las nuevas generaciones, y para alcanzar esa finalidad lo que hace falta son los auténticos educadores, educados ellos mismos. Si esa es la primera condición de la educación, también la primera de la cultura son los esforzados cultivadores del ver, del pensar, del hablar y del escribir. Y estas tareas culturales solo se aprenden cuando se repiten y se repiten, cuando se cultivan.
La maestría en una habilidad cultural requiere de diez mil horas de ejercitación, han dicho algunos pedagogos estadounidenses. Pero en una situación generalizada de indisciplina, distracción, desatención y ocio no es posible calcular algún desarrollo cultural en Colombia.
¿Trabaja en nuevos proyectos?
Trabajo en una historia básica de Bucaramanga, mi tierra nativa, que en el año 2022 estará conmemorando los 400 años de su poblamiento como pueblo de indios dotado de tierras de resguardo, por voluntad del oidor Juan de Villabona. Y también en una nueva biografía política de Francisco de Paula de Santander, gracias al hallazgo de todo su archivo personal, que fue repartido por el azar entre Caracas y Bogotá, a despecho de su voluntad testamentaria.