

Leyendo que las empresas venezolanas piden a autoridades colombianas flexibilizar requisitos y escuchado a los taxistas colombianos quejarse porque de Venezuela no los dejan salir con pasajeros, se advierte que viejos problemas no han podido ser resueltos para facilitar la convivencia en la frontera.
Esa misma discusión se daba desde muchos antes que sucedieran la serie de acontecimientos que llevaron al cierre de los puentes internacionales y a la ruptura de relacione entre los gobiernos de Bogotá y Caracas.
Ahora el problema recorre otra vez el cruce binacional entre Táchira y Norte de Santander, en una confirmación de la urgencia de encontrar puntos de acuerdo para la regulación del movimiento de vehículos de pasajeros.
A nivel de cancillerías y de las autoridades de tránsito y de transporte de lado y lado del río Táchira es necesario que se definan las condiciones relacionadas con los requisitos a cumplir por parte de las empresas transportadoras, tanto de taxis como de buses, para que lleven y traigan pasajeros a ambos lados de los pasos fronterizos habilitados, al igual que los de carga.
Dichos mecanismos tienen que quedar muy bien definidos y concertados, por ejemplo en el campo de requisitos como el de los seguros en caso de accidentes de tránsito, que sin duda alguna tienen que ser obligatorios para los automotores que cubran rutas interfronterizas.
Los transportadores les corresponde entender que las flexibilizaciones pueden resultar siendo dañinas para todos y que la opción es cumplir con lo señalado en las normatividad vigente, con el fin de que el ordenamiento y la legalidad debiliten la informalidad y la piratería.
Una frontera ordenada es la mejor opción para todos. Eso lo debemos entender todos, máxime cuando por ejemplo los vehículos de placa extranjera que entran a Norte de Santander por San Antonio y Ureña cuentan con una especie de ‘beneficio’ tácito como es el de no ser captados por las fotomultas en caso de infracciones de tránsito en territorio del área metropolitana.
En razón a esa especie de amnistía, pues la lógica señalaría que los vecinos en contraprestación podrían atender los requisitos básicos exigidos para el cruce hacia los municipios colombianos.
Todos tenemos que entender que hay unas reglas mínimas que cumplir y acatar en Venezuela o en Colombia y de las cuales nadie se puede sustraer. Y por ejemplo los taxistas de Cúcuta y Villa del Rosario admitir que no se les permite salir de las localidades tachirenses vecinas con pasajeros.
Ya por ejemplo se nota que ante el reclamo de los conductores venezolanos de que el SOAT les salía muy costoso, ya se les dio una solución para que puedan adquirir la póliza por días y circulen sin inconvenientes por Cúcuta y otras localidades.
Lo cierto es que hay muchos asuntos por mejorar en la que siempre se ha considerado como la frontera más viva de América Latina. La seguridad es uno de ellos al igual que el uso de tecnología avanzada para la identificación de las personas que transitan por esta zona. Falta mucho por hacer, como por ejemplo también, controlar y vigilar las trochas usadas para el contrabando y toda clase de delitos.
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