Hemos asistido en los últimos días, de nuevo, a la batería de ataques verbales desde el Pacto Histórico y el petrismo contra los medios de comunicación, gobernantes municipales y profesionales de la medicina.

Esa persistente profundización de la división de la sociedad colombiana con una tendencia a la estigmatización desde las esferas del alto gobierno contra quienes etiquetan como sus adversarios debe llamarnos a la reflexión por los riesgos que encierra y los pocos resultados positivos que arroja.

La Fundación de Libertad de Prensa (FLIP) fue muy clara en una declaración que dio a conocer en torno al hecho generado por uno de los congresistas del Pacto Histórico y en el que también intervino el presidente Gustavo Petro contra un medio de comunicación.

Ahí resurge el constante señalamiento desde la tendencia a la confrontación con la prensa en un hecho que se está volviendo de común ocurrencia no solamente en Colombia sino en otros países de la región y del mundo por parte de quienes ostentan el poder.

El caso en referencia es del senador Alexander Flórez del Pacto Histórico quien de acuerdo con la FLIP “señaló a @elcolombiano de ser cómplice de una persecución política en su contra”.

Posterior a eso fue cuando aparece el presidente Petro y al replicar el mensaje en la red social X hizo referencia a que los dueños del medio son un grupo de empresarios compuesto “por gente que defiende a Hitler y el genocidio en Colombia”.

Frente a esa clase de fuertes  señalamientos utilizados por Petro,  tiene plena validez el reclamo de la Fundación de Libertad de Prensa para que garantice el cumplimiento pleno de la directriz firmada en septiembre del año pasado, en búsqueda de promover las buenas prácticas  y conductas éticas para garantizar la libertad de expresión y de prensa.

Un flaco servicio se le hace a la democracia con esta demonización a la libertad de expresión al igual que debe rechazarse el uso de “calificativos relacionando a la prensa con la comisión de crímenes y con el nazismo que podrían entenderse como una incitación indirecta a la violencia contra el medio”, como lo manifestara la FLIP en su comunicado.

Es igualmente complicado para la institucionalidad que un jefe de Estado desde la plaza pública llame ‘alcalduchos’, como les dijo el presidente Petro a los mandatarios locales de ciudades como Bogotá, Medellín y Cali que no acogieron el decreto del día cívico para la marcha del 18 de marzo en la convocó a la consulta popular.

Este nuevo frente de choque provoca fisuras y un caldeado ambiente que termina afectando es a las comunidades, puesto que como lo planteó la Fundación de Municipios el país necesita alcaldes fuertes y respaldados, no caricaturizados.

“Traficar con la muerte es de vampiros, no de hombres de la ciencia”, fue el otro desafortunado pronunciamiento de Petro desde su cuenta de X contra los médicos, en medio de la polémica por el deterioro en el sistema de salud, que llevó a la exigencia de la debida rectificación.

El ser estadista le da a un gobernante  los elementos indispensables para moverse en los vericuetos, las tormentas y los senderos del poder para trazar las estrategias que le permitan mantener el control superando los escollos políticos y mediante la concertación tejer las opciones para enfrentar la crisis nacional. 

Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion