El Ministerio de Salud y la superintendencia del ramo junto con las EPS y los operadores farmacéuticos deberían hacer un cambio real para el suministro y entrega de los medicamentos a los pacientes.

Resulta siendo un martirio o un calvario lo que deben soportar las personas luego de acudir a las citas médicas e ir a hacer interminables filas, que al final terminan siendo una pérdida de tiempo.

No les entregan las fórmulas completas o les dicen que vuelvan dentro de determinado tiempo porque no las hay, exponiéndose a recaídas, empeoramiento de la enfermedad que los agobia o a truncar el tratamiento, que puede resultar siendo un peligro para la vida misma.

¿Será que la familia de un paciente que muera esperando que le entreguen medicamentos de alto costo para atender sus delicados estados de salud puede llegar a demandar por ese fatal inconveniente?

Mientras que se resuelve esa inquietud que bien podría volverse en otro dolor de cabeza para un sistema que ha venido de capa caída, lo cierto es que el plan previsto por la Superintendencia de Salud para procurar mejorar el asunto de los medicamentos no convence y muestra síntomas de que tampoco es el remedio que se esperaba para enfrentar esta crisis recurrente.

Hay una comprobación en el terreno sobre el viacrucis que se debe transitar para que un afiliado al sistema de salud reciba las medicinas formuladas. 

Del total de reclamos por los problemas que afrontan los usuarios, el 68,16% se relaciona con medicamentos, bien sea porque no les dan ninguno o porque las entregas son inoportunas e incompletas para aquellos pacientes con condiciones especiales.

Desde todo punto de vista esto es muy grave para la estabilidad del mismo sistema por cuanto al agravarse los enfermos  finalmente resulta siendo más onerosa su atención al ponerlos en alto riesgo por las inconsistencias y problemas no resueltos efectivamente en el campo de los medicamentos.

Hay denuncias delicadas como la de Néstor Álvarez  de Pacientes de Alto Costo, relacionada con que el Gobierno nacional al no querer asignar más  recursos entró en la “práctica ilegal de priorizar ciertas patologías” en clara violación de la propia ley estatutaria de la salud.

En este asunto no hay que esperar ni hacer ninguna reforma a la salud, sino simplemente pagarles a los proveedores, facilitar que se cuenten con las suficientes  cantidades y recetarlos y suministrarlos debidamente, oportunamente y eficazmente para garantizarles a muchas de esas personas su recuperación y una mejor calidad de vida.

“Se inventaron unos nuevos gestores farmacéuticos que no tienen capacidad instalada, no tienen músculo financiero y en un mes los quiebran porque no les pagan. Ahí es donde está la gran preocupación”, es lo expresado por Dennis Silva de la organización Pacientes por Colombia.

Esa es una inquietud que debe recibir no solo respuesta sino solución inmediata desde los ministerios de Salud y de Hacienda, porque lo cierto es que no se puede seguir improvisando o aplicando fórmulas que en el papel suenan armónicamente, pero al trasladarlas a la vida diaria desentonan al persistir los crónicos problemas  estructurales que deben ser conjurados con urgencia, desde los frentes financiero y de gestión para que se logre subsanar esta delicada situación.

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