Todavía hace falta que mucha agua pase por debajo del puente del nuevo proceso conocido como la ‘paz total’, pero sin embargo lo que acaba de ocurrir con el ‘error’ del presidente Gustavo Petro al anunciar un cese al fuego bilateral durante seis meses, prorrogable, con la guerrilla del Eln, que resultó siendo inexistente, podría pasar factura de cobro.
Aparte de haberse desatado una tormenta política en Colombia, la incertidumbre se disparó en las zonas de influencia de dicho grupo guerrillero con el que se reanudó el ciclo de negociaciones de paz en Venezuela y que este año continuarán en Colombia.
Las poblaciones en las áreas donde el Eln se encuentra, ahora no saben qué ocurrirá, o sea, si las conversiones avanzarán en medio del fragor del conflicto armado con todos los efectos que esto implica en materia de empeoramiento de la inseguridad.
Las posiciones de quienes defienden y cuestionan lo ocurrido han generado un ambiente tensionante en torno al manejo que el Gobierno Nacional le ha querido dar a la consolidación de la paz en el territorio que abarque a todos los grupos armados ilegales con manejos distintos desde los puntos de vista político y judicial.
Algunos analistas aseguran que aunque no puede llegarse a decir que fuera el peor escenario, la legitimidad del proceso puede llegarse a minar por esta ‘salida en falso’ del jefe de Estado y de quienes tienen a cargo la organización de los detalles.
Incluso, algo que debe procurarse evitar, es el deterioro de este planteamiento de la ‘paz total’ entre la comunidad internacional, puesto que el mundo espera una unidad monolítica en un Estado como el nuestro en la edificación de los procedimientos para intentar sacar definitivamente al país de este larga guerra interna.
En el país ha quedado la sensación de una acción sin coordinación alguna con el propósito de lanzarse a dar noticias apresuradas cuando no había todavía realmente un consenso sobre el cese de hostilidades y en torno a detalles, si era unilateral o bilateral con cada grupo.
Tal vez el motivo pudo haber estado en la determinación de salir a decirles a los colombianos que por lo menos cinco grupos que son generadores de violencia en Colombia habían aceptado esa tregua. Aquí se advierte que la acción efectista de un congelamiento de hostilidades por ese número de organizaciones falló, porque el Eln negó cualquier acuerdo en ese sentido.
Por querer mostrar un altísimo impacto en la percepción ciudadana en torno a las posibilidades ciertas de llegar a la paz, se hizo todo lo contrario, y lamentablemente hoy lo que está desatado es un ambiente negativo en contra de algo tan positivo pero tan esquivo como es la paz en Colombia.
Esas fracturas son dolorosas. Las muestras de falta de tacto político y estratégico, son evidentes. La falta de experiencia podría estar poniendo ahí su impronta. Aunque igualmente no podemos olvidar otra serie de anuncios que han ocasionado el efecto contrario, terminando por enredar al gobierno del presidente Gustavo Petro que va a cumplir cinco meses en el poder.
Y aunque se le ha llamado también torpeza política, lo cierto es que en asuntos de tanta trascendencia como trazar el camino hacia la paz, no puede el poder Ejecutivo darse ese lujo porque bien sabemos que la fragilidad, las excusas y los enemigos están a la orden del día y pueden terminar volviéndose muy fuertes, y convirtiéndose en obstáculos que eleven las exigencias y las peticiones de quienes hoy hacen la guerra en Colombia.
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