Entre la dinamización de Barcelona, las sedes abandonadas de Atenas, el exitoso plan de Londres y las numerosas interrogantes tras Río 2016, la herencia dejada por las citas olímpicas ha variado mucho de una ciudad a la otra, dejando varias lecciones a las candidatas a albergar los Juegos de 2024.
París, Londres y Budapest compiten por organizar esta edición olímpica. El ganador se anunciará en septiembre en Lima.
“En Atenas, como en Sochi, no se pensó en el después de los Juegos”, señala el historiador francés Nicolas Bancel, profesor de la Universidad de Lausana de historia del deporte.
“Además, las infraestructuras han sido muy costosas de construir, pero tampoco muy durables en el tiempo”, añadió.
“El caso de Atenas es particularmente claro porque la mayoría de los equipamientos, construidos en la periferia, no fueron reutilizados. El espectáculo de estas nuevas ruinas atenienses es lo que hizo reflexionar”, detalla Bancel.
Otro especialista del movimiento olímpico, Jean-Loup Chappelet, director del instituto de estudios en administración pública de la Universidad de Lausana, hace un balance más positivo: “Sí, hay algunos elefantes blancos en Atenas, pero también hay cosas positivas; transportes, recorridos peatonales alrededor de la Acrópolis, etc”.
“Más de dos tercios de los griegos juzgaron como positivos los Juegos en un sondeo realizado diez años después, incluso cuando se citaron los costos”, añade.
Londres 2012, positivo con matices
Para Chappelet, el balance de los Juegos de Londres, con las mejoras en el este de la ciudad, “es globalmente positivo, pero el estadio olímpico ha sido muy difícil de reutilizar y su transformación para el equipo de fútbol del West Ham ha sido muy cara”.
Sebastian Coe, presidente del comité de organización de aquella cita, creía que el día siguiente de los Juegos en la capital británica podría “medirse con Barcelona” y que en los dos casos “los Juegos transformaron la ciudad en profundidad”.
Christophe Dubi, director de los Juegos en el Comité Internacional Olímpico (COI), puntualiza los problemas con la herencia “inmaterial”.
“La organización hizo la promesa de inspirar a una nueva generación, lo que han hecho con un cambio en la práctica deportiva en las escuelas. Pero el aliento ha caído y esta herencia no se ha materializado completamente”, explica.
Sochi 2014, cambió de perspectiva
Considerados los Juegos más caros de la historia (50.000 millones de dólares), la cita olímpica de invierno de Sochi 2014, organizada en una ciudad turística de invierno y verano, busca encontrar el uso a sus lujosas instalaciones.
Si Sanki (saltos de esquí, bobsleigh) está reservado al entrenamiento de los atletas, la sede de Rosa Khutor recibió 800.000 visitantes en el invierno pasado y 1,1 millones durante el verano, según las cifras oficiales.
En la costa, la Fisht Arena, donde se celebró la ceremonia de apertura, ha sido completamente renovada y recibirá partidos del Mundial de fútbol Rusia 2018.
Pero Dubi admite que Sochi supuso un cambio de perspectiva en el COI. “A partir de entonces se incitó a las ciudades candidatas a utilizar las infraestructuras existentes, temporales e incluso fuera de la ciudad”, explica.
Transformación y destrucción
Río de Janeiro 2016 se las ingenió para sacar a flote los Juegos Olímpicos del año pasado, controlando la delincuencia y sobreviviendo a las acusaciones de corrupción, degradación del medio ambiente y descontrol del presupuesto.
Incontestablemente los Juegos permitieron a Río mejorar su red de transportes, su oferta turística, con un parque hotelero mayor, y su urbanismo, con la rehabilitación de la zona portuaria.
Pero en lo referente a la utilización de las instalaciones deportivas todo es mucho más confuso. Las diferentes autoridades se tiran la pelota y no han establecido fechas para los trabajos de adaptación.
El Arena do Futuro (sede del balonmano), construido con materiales prefabricados, debería transformarse en cuatro escuelas en los barrios pobres de Río. El comité de organización confirmó que el proyecto está vigente pero que el ayuntamiento de Río, cuyo equipo ha sido renovado tras las elecciones municipales de octubre, lo tiene en fase de estudio.
El Parque Olímpico es una ciudad fantasma. Instalaciones donde no hay actividades, sin gente; los jardines están bien arreglados ya que no hay tráfico de peatones.
“El estadio era hermoso”, expresó Wagner Tolvai, mientras recorría la zona con su novia Patricia Silva. “Pero todo está abandonado. Aquí no pasa nada, no hay nadie”.
Comparó el parque, que costó 800 millones de dólares, con un centro comercial “sin negocios ni clientes”.
El parque abre solo los fines de semana y no hay mucho que hacer, excepto caminar, andar en bicicleta o buscar un lugar a la sombra.
Cuatro estadios permanentes son administrados por el gobierno nacional. Entre ellos figura el centro olímpico de tenis, que fue usado este mes para un torneo de un día de vóleibol de playa. En una ciudad donde sobran las playas y la arena.
Todavía no se han desmantelado dos instalaciones temporales, las de natación y balonmano. El exterior de la instalación de natación se cae a pedazos y muchos de los paneles transparentes que cubrían el exterior se están deshilachando o cayendo al piso.
La piscina auxiliar, que estuvo cubierta durante los Juegos, está llena de agua estancada, barrosa.
Afuera del parque, el venerable Maracaná es el que más atención genera. Fue renovado para la Copa Mundial del 2014, a un costo de 500 millones de dólares. Fue casi que abandonado después de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. Vándalos se robaron miles de asientos y algunos televisores.
“El Maracaná es el principal símbolo de la forma en que se manejaron los Juegos”, expresó Mauricio Santoro, profesor de ciencias políticas de la Universidad Estatal de Río de Janeiro. “La gran mayoría de los residentes de Río no irá nunca al campo de golf o a las sedes olímpicas. Pero el Maracaná es diferente. Es la joya de la corona”.
Cerca del Parque Olímpico, la villa de los deportistas, que costó mil millones de dólares y alojó a 10.000 atletas, está cercada y vacía. La empresa que la construyó dice que vendió solo 260 de sus 3.604 departamentos. El 7%.