Al borde de la preocupación, con ansiedad sobre el futuro por el inicio de la pandemia, cuando todo el mundo le dio una pausa a su vida después de siglos en movimiento en 2020, el cucuteño Elian David Marín Méndez, de 22 años, tuvo un momento de seria introspección mientras viajaba de Bogotá a Cúcuta por el cierre de fronteras.

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En su cabeza, rondaba planes para hacer que la meta que más le quitaba el sueño en ese momento, se hiciera realidad: escribir y publicar un libro.

Con un fuerte conocimiento del protocolo que los autores tenían que hacer si deseaban publicar su primer libro, por todas las experiencias, anécdotas e historias que compañeros y amigos de la Universidad Javeriana, donde estudiaba derecho, le habían comentado, Elian decidió crear su propia editorial, primero para publicar su libro y segundo ayudar a esas personas que, como él, deseaban ser escuchados e impresos.

“Y así nace La Maldita Editorial, en esa necesidad misma de trascender y dejarle como algo al mundo, un espacio en el que otras personas que deseen dejar su pensamiento en la sociedad, puedan hacerlo. Lo que pensaba era ¿qué me impide a mí hacer esto? Y ya desde ahí comenzamos en esta idea loca”, afirmaba Elían Marín.

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Aunque el camino ha estado plagado de dificultades, como vender libros físicos en pleno inicio de pandemia, el equipo de La Maldita Editorial, ha buscado la forma de sobreponerse y alimentar por medio de sus redes sociales, una postura crítica de las situaciones tanto mundiales como nacionales y locales, que normalmente lideran la agenda mediática, para ser referenciado como un espacio serio.

Así mismo, pese a tener un solo libro publicado hasta la fecha desde la editorial, en su creador, como el equipo que existe detrás, se ha proyectado una visión hacia Cúcuta de promover, patrocinar y congregar personas interesadas en la cultura, el arte, y la historia del municipio como de sus habitantes.

“Investigando más a profundidad el tema de la editorial, nos encontramos con que no era solo imprimir libros y publicitarlos, había que generar unas apuestas al entorno cultural de la ciudad, porque lo que estamos ofreciendo es eso, si no hay una población activa que se una para dialogar o participar de estos espacios, tampoco será rentable y nuestra visión es a futuro”, manifestó el fundador.

¿Por qué la Maldita Editorial?

Luego de dos años promoviendo la lectura y el arte, Elian asegura que, respecto al nombre que eligió, ha escuchado infinidad de comentarios de amigos y conocidos que en un principio no estaban de acuerdo, pues resultaba a su forma de ver, un nombre muy ofensivo o con un lenguaje fuerte.

“En parte, es algo que me gusta del nombre, a alguna gente le sorprende y choca, pero más allá de eso, para mí la palabra maldito y lo que ha significado a través de la historia, es justamente lo que quisiera apoyar. Desde mucho tiempo ‘Maldito’ ha significado rechazado, si hace unos cuantos siglos alguien se pintaba el cabello o se hacía un tatuaje, era considerado maldito y lo excluían, para esas personas está creada la editorial”, explicó Elian.

Sin embargo, sostuvo que no se siente rechazado ni las personas dentro de la editorial, pero de acuerdo a la historia, y la satanización de los espacios alternativos, desean ser el puente que visibilice esas obras literarias o artísticas que no entran en espacios comerciales o de aceptación.

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“Queremos abrir esa puerta al arte rechazado, es como generar esa incógnita en las personas de por qué rechazar algo que no es estéticamente aceptable. El arte debe tener sus aristas, no necesariamente tiene que agradar, el arte tiene es que hacer sentir. Si alguien se siente identificado con nuestra filosofía, es totalmente bienvenido a contactarnos por las redes y discutir entorno a sus propuestas literarias”, concluyó su fundador.

Proyectos culturales

Al final del último año, esta editorial lideró su primera Maldita Galería de Arte, celebrada en diciembre en el centro cultural ‘Cucutopía’, resultado de la reunión bianual de Juntos Aparte, en donde habían más de 6 ejes temáticos artísticos al tiempo, una proeza de la que no se tenía registro en Cúcuta hasta ahora.

Con doce artistas en escena, el montaje de la galería contaba con fotógrafos, cineastas, pintores, grafiteros, teatreros, escritores, entre otros, cada uno con sus propias apuestas. Además, luego de la galería, en ese mismo espacio desde la Maldita Editorial, se hicieron talleres de escritura, narrativa y oralidad.

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