Históricamente, la mujer ha desempeñado un papel fundamental en la familia, siendo pilar de cuidado y amor. Sin embargo, su deseo de superación y capacidad no se limita al ámbito doméstico. Cada vez más, las mujeres están conquistando diversos campos sociales y profesionales, incluyendo la ciencia y la investigación.
Estas mujeres científicas no sólo se destacan por su brillantez intelectual, sino también por su compromiso con el empoderamiento femenino. A través de su trabajo, desafían estereotipos, abren caminos para las nuevas generaciones y luchan por una sociedad más equitativa.
En voz de la científica y profesora, de la Universidad Simón Bolívar, Neida Coromoto Albornoz Arias, el rol de la mujer en la ciencia ha pasado de ser casi invisible a ser una fuerza transformadora en los cambios sociales e institucionales. La académica resalta que “en la Edad Antigua y Media, la participación de la mujer en la ciencia fue oculta y limitada; en el Renacimiento y Edad Moderna algunas aristócratas o esposas de científicos, contribuyeron en la física y las matemáticas, colaborando con hombres o publicando bajo seudónimos; hasta el siglo XIX inició el reconocimiento inicial y lucha por la educación de las mujeres. A pesar de que a muchas mujeres se les negaba el acceso a laboratorios, universidades, sociedades científicas y sus logros eran atribuidos a colegas masculinos, fue en 1903 cuando la científica Marie Curie, ganó dos Premios Nobel (1903 y 1911), hecho que demostró que las mujeres pueden liderar investigaciones de alto nivel e impacto”.
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En la primera mitad del siglo XX, las mujeres comenzaron a ingresar en mayor número a las universidades y a campos como la biología, la química y la medicina. En la segunda mitad del siglo, el movimiento feminista y las políticas de igualdad impulsaron una mayor visibilidad y acceso, aunque los techos de cristal seguían limitando su ascenso a posiciones de liderazgo.
Hoy en día, ellas representan una proporción significativa de los estudiantes y profesionales en ciencias, especialmente en disciplinas como biología y ciencias sociales, aunque siguen siendo minoría en áreas como física, ingeniería o informática. La evolución ha sido notable, pero no uniforme; en países en desarrollo, las barreras culturales y económicas aún restringen el acceso de las mujeres a la ciencia.
Para 2023, la Unesco señaló que sólo el 33 % de los investigadores científicos en el mundo eran mujeres. En Colombia, para el año 2019 se tenía que, de 16.796 investigadores, 6.411 eran mujeres, lo que se traduce en sólo el 38 %.
Según la psicóloga e investigadora de la Universidad Simón Bolívar, Nidia Johanna Bonilla Cruz, “ahora se ve más a la mujer como protagonista, entre otras cosas, gracias al incentivo que reciben las mujeres investigadoras, uno de ellos a través el programa Orquídeas, desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias), el cual busca poner fin a todas las formas de violencia en Colombia en el marco de la Misión ‘Ciencia para la Paz’, e incrementar el nivel de desarrollo de vocaciones y capacidades investigativas, científicas, tecnológicas y de innovación de las mujeres en las diferentes regiones de Colombia”.
Para 2025, la inversión del programa es de $35 mil millones de pesos e impactará en impulsar a doctoras y jóvenes investigadoras e innovadoras en la ejecución de proyectos de investigación, desarrollo tecnológico y/o innovación que vinculen la inteligencia artificial y las ciencias cuánticas.
Lanzamos algunas preguntas a mujeres referentes en ciencia en Norte de Santander sobre cómo observan el progreso femenino en un terreno que antes era únicamente para los hombres.