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La Victoria, una comunidad solidaria
Fortalecer la educación y garantizar la conectividad de los estudiantes a las clases virtuales es la prioridad por la que han venido luchando.
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Viernes, 4 de Junio de 2021

Hace 55 años, en la ciudadela Juan Atalaya nació el barrio La Victoria. Sus primeros pobladores fueron servidores públicos que llegaron a unos terrenos donados por parte del Concejo de Cúcuta.

En su más de medio siglo de existencia, este sector se ha caracterizado por la solidaridad y unión de sus habitantes, quienes siempre han trabajado en conjunto para lograr sus objetivos. Por esta razón, en La Victoria la mayoría se conoce.

Wilson Díaz, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC), manifestó que siempre han trabajado por el bienestar de todas las personas que viven en el lugar y eso les ha generado una buena convivencia y fraternidad.

“Cuando alguien fallece, entre todos recogemos fondos y le damos un aporte a la familia para lo que necesite, de igual forma, cuando alguno de los vecinos tiene una necesidad, que no pueda cubrir, de alguna forma lo ayudamos”, relató Díaz.

Dentro de los emblemas de barrio, en La Victoria está ubicada la Parroquia Cristo Maestro,  construida en 1998, y la estatua que conmemora la vida de Juan Atalaya, español nacido en el Puerto de Santa María y fundador de la ciudadela, considerado como uno de los grandes benefactores de Cúcuta.

La Parroquia Cristo Maestro fue construida en 1998.

 

La educación, un tema para fortalecer

Para la mayoría de barrios de la ciudadela Juan Atalaya, la educación no es un problema y los estudiantes podían asistir a sus clases sin ningún inconveniente.

Sin embargo, con la llegada de la pandemia provocada por la COVID-19, los estudiantes tuvieron que quedarse en casa y recibir sus clases de forma virtual.

Según el presidente de la JAC, esto representó un gran problema para muchos de los niños y jóvenes del barrio La Victoria, ya que la conectividad no es óptima ni garantizada.

“No todos tienen acceso a internet y mucho menos computadores. Eso ha hecho muy difícil que atiendan todas las clases y tengan el nivel de educación que tenían antes”, dijo Díaz.

El líder comunal agregó que han hecho solicitudes para que habiliten un punto de internet y computadores en el salón comunal, y de esta manera los niños puedan ver sus clases, pero hasta el momento siguen a la espera de una respuesta.

Por otra parte, este barrio cuenta con un comedor infantil que en sus inicios prestaba servicios a los estudiantes de la escuela Pablo VI, pero tuvo que dejar de funcionar porque, al parecer, debía construirse dentro de la institución educativa.

Como solución alternativa, la JAC y la comunidad decidieron conformar una fundación para conseguir los fondos que garantizaran una ración de comida diaria a 22 niños de escasos recursos del barrio.

El colegio Pablo VI recibe a la mayoría de niños y jóvenes del barrio.

 

Calles sin pavimentar

Otro de los problemas que tienen en este lugar es el mal estado de las calles, pues muchas de ellas llevan varios años sin ser pavimentadas y evidencian deterioro.

Residentes del sector afirmaron que cerca de cuatro cuadras del barrio están bastante dañadas y necesitan ser intervenidas.

En especial, una de las calles de la parte alta de La Victoria representa peligro porque fue usada por bastante tiempo como vía alterna para entrar al barrio Los Alpes, por lo que en este momento es casi intransitable.

Díaz contó que ya hicieron un proyecto con el comité de trabajo del barrio y fue presentado al Departamento de Planeación Municipal y a la Secretaría de Infraestructura, a la espera de una solución a este gran problema en el que se ha convertido la vía.

Más de 50 años de existencia tiene este reconocido barrio de la capital nortesantandereana.

 

La falta de iluminación genera inseguridad

Los atracos y el consumo de drogas se convirtieron en ‘el pan de cada día’ de este barrio. Habitantes de la zona señalan que ya no saben cómo controlar el problema, porque durante varios años los ha golpeado y no parece detenerse.

La comunidad señaló que la falta de algunas luminarias en varias cuadras se ha convertido en uno de los factores que permiten que estas situaciones se sigan presentando. Ante las calles oscuras, la mayor parte del tiempo prefieren no salir de sus casas.

También agregaron que no ven mucha presencia policial por las calles, por lo que manifestaron que ya dejaron de sentirse seguros mientras se pasean por el lugar.

No muy lejos de allí, se encuentra el Paseo Rojo y Negro, considerado por la misma comunidad como un punto crítico en el que la inseguridad y el consumo de psicoactivos aumentan día a día.

A plena luz de la mañana, grupos de personas se acumulan en las entradas y salidas del puente, a la espera de vigilar quiénes pasan y con qué objetos de valor. En las noches, la situación se torna peor.

Un millonario proyecto será ejecutado en la parte alta de este barrio para la mitigación del riesgo de deslizamiento.

 

Riesgo mitigado

Algunas de las viviendas pertenecientes a La Victoria quedan en la parte alta de un cerro, por lo tanto, corrían el peligro de caer al vacío en cualquier deslizamiento.

La comunidad y los líderes del barrio le insistieron mediantes cartas y oficios a la Secretaría de Gestión de Riesgo de Cúcuta para que ejecutara un plan que les brindara seguridad a las personas que vivían en la parte alta.

En la actualidad, dicho proyecto se está llevando a cabo con una inversión que superó los 1.000 millones de pesos y que incluyó varios estudios geotécnicos que, según las proyecciones, les va a garantizar una vida más tranquila a los que habitan en el lugar.

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