Cuentan los habitantes del barrio El Contento, en la comuna 1 de Cúcuta, que en los primeros años habitó una prestigiosa dama llamada Solange Galvis en un reconocido predio del sector de Miraflores, en la avenida 14 entre calles 11 y 12. Hoy, es solo un lote demolido que se presta para inquietar a sus vecinos ante el foco de inseguridad que genera.
Martha Cecilia Trujillo, edil de la comuna 1 y representante del barrio, expresó que todos los días son testigos de un desfile de habitantes de la calle, quienes en su paso hacia las ‘ollas’ ocultas en los barrios San José y Santo Domingo, de la comuna 10, atraviesan el barrio e incluso se valen del abandono del lote demolido para refugiarse en esta “tierra de nadie”.
En el pasado, aseguran los vecinos, el lote era un punto de referencia y símbolo histórico de El Contento. Solange Galvis vivía allí junto a su esposo, en un matrimonio próspero, dueño de un terreno mucho más grande de lo que es hoy. Con el paso del tiempo, Solange lo fue vendiendo poco a poco, de manera que se quedó solo con un tramo de 380 metros. Nunca tuvo hijos, sino una hijastra de parte de su esposo.
Pero ante problemas personales que agobiaron su vida, Solange decayó conforme veía el sol salir y volver a caer cada día, y con los años, su casa también se vino abajo, hasta que tomó la apariencia deteriorada de un hogar abandonado.
Fue entonces cuando Solange decidió ir de un lado a otro sin rumbo fijo y recorrer las calles de Cúcuta en su desconsuelo. Cada día regresaba antes de caer el sol con un nuevo objeto que almacenaba en su hogar, hasta que el sitio se convirtió en una acumuladora de desechos.
Así lucía la casa de Solange Galvis antes de que fuera demolida en el año 2017. / Foto Archivo La Opinión.
La demolición
Convertido el terreno en un lugar abandonado, con frecuencia fue centro de refugio de consumidores de droga y delincuentes. La constante invasión, junto a los malos olores que expulsaba y los animales que comenzaban a tomarse la edificación, prendieron las alertas en la comunidad.
Y aunque en varias ocasiones las autoridades hicieron limpieza del lugar, Solange lo llenaba de nuevo con desechos. Fue así como la administración del exalcalde César Rojas, desde la Secretaría de Gobierno de Cúcuta y Gestión del Riesgo inspeccionaron la vivienda, y ante el inminente peligro que representaban sus paredes, al borde del colapso, tomaron la determinación de demolerla.
“El problema es que le destruyeron la casa a la abuelita, pero no tomaron la iniciativa de construirle al menos una pieza donde pudiera terminar de vivir su vejez”, relató Martha Trujillo.
Ahora sin hogar, Solange Galvis no tuvo más opción que vagar de un lado a otro al sol, al agua y al acecho de los peligros nocturnos de la ciudad.
Aspecto del lote abandonado de Solange. Foto Luis Alfredo Estévez / La Opinión.
Desplazada en su propia ciudad
Despojada de su propiedad, durante tres años los vecinos de El Contento han visto a Solange Galvis recorrer la ciudad y lamentar la destrucción de su casa en cada paso por las ruinas del lote. Y sin nada que la ligara más a El Contento, inició un desplazamiento sin retorno.
La primera vez que Solange desapareció, estuvo perdida durante dos meses, hasta que ediles y comunidad iniciaron su búsqueda por redes sociales y lograron encontrarla más allá del municipio de Los Patios.
“Cuando la trajeron de regreso, la dejaron en la puerta de mi casa, pero Solange volvió a irse, bajo el argumento de que tenía que salir porque era peligroso y la querían robar”, contó Trujillo.
Entonces volvió a desaparecer en el mes de diciembre y se inició una nueva búsqueda. Fue vista por última vez en el barrio 13 de mayo, hasta que reapareció en el parque principal de Pamplona.
Un nuevo comienzo
Gracias al trabajo articulado de la Policía Metropolitana, Alcaldía y la comunidad, la familia de Solange Galvis fue contactada en el municipio de Sardinata mediante la acción oportuna de un medio de comunicación local y una concejal. El miércoles 3 de febrero, Solange se reencontró con sus sobrinos en el municipio de Pamplona y fue atendida por un médico general y un psicólogo.
Ahora que está bajo la protección de su familia, se iniciará un proceso de rehabilitación integral para ella mientras sus sobrinas la representarán como dueña legítima del terreno, para solucionar un problema de invasión en el que dos locales fueron presuntamente vendidos y ahora funcionan dentro de su propiedad.