El 29 de mayo apoyamos a Sergio Fajardo convencidos que era la mejor opción para Colombia, con su apuesta de un cambio sereno con base en una revolución educativa para la transformación social del país y una genuina lucha contra la corrupción. Los colombianos escogieron dos candidatos distintos que representan un cambio, pero que generan preocupaciones válidas en sectores de la sociedad. Con Fajardo nos recorrimos el territorio y presentamos el mejor programa y el mejor equipo. La gente finalmente respaldó las alternativas de Petro y Hernández, con las que tuvimos serias diferencias en la campaña. Para eso es la democracia.
Ahora quienes no respaldamos esas candidaturas debemos tomar decisiones y el voto en blanco no es una alternativa. Desde el 30 de mayo en ‘En Marcha’ abrimos una etapa de dialogo fraterno y constructivo para escuchar a los jóvenes, las mujeres, las regiones, los congresistas y decidir a quién apoyar. Somos un movimiento plural, diverso, incluyente y profundamente democrático. Como es lógico a estas alturas del debate hay diversidad de criterios. No creemos en las posiciones extremas. Tampoco que uno u otro candidato, dependiendo de donde se mire, va a salvar o acabar con nuestra nación. Petro y Hernández son seres humanos con virtudes y defectos, con ventajas y desventajas.
No fue una decisión fácil. La condición de santandereano de Rodolfo Hernández, quien hizo una exitosa alcaldía de Bucaramanga, pesaba al definir los criterios. Es natural la simpatía que ha generado en la región, que por cierto, cosas extrañas de la vida y la política, nunca se dio ese fenómeno en el caso de un gran santandereano como Horacio Serpa, con todas las condiciones humanas y profesionales para ser Presidente.
Finalmente decidimos respaldar a Gustavo Petro. Tomamos esta decisión porque vemos en el rostro y los ojos de millones de jóvenes de este país su ilusión con el cambio y los mayores debemos promoverlo y evitar así una nueva frustración a esa inmensa mayoría que esperan mejor educación y oportunidades de empleo digno. Que buscan un mundo más sano y sostenible. Porque Colombia ya está preparada para una alternancia democrática y pacífica en el poder. Los últimos 15 años de mi vida los he dedicado a luchar por la paz, los derechos de las víctimas y una profunda reforma política y electoral.
Creo sinceramente que Petro es la mejor opción para liderar esos propósitos y hacerlos realidad. Seremos veedores permanentes de esos compromisos para que se cumplan, así como la implementación integral del acuerdo de paz, una negociación sería con el ELN y el combate eficaz a la pobreza.
Capítulo aparte merece el compromiso claro y contundente de Petro de abrir la frontera con Venezuela que este gobierno cerró por 4 años, causando graves perjuicios económicos y sociales a nuestra gente. Votaremos por Petro sin abandonar nuestro espíritu liberal y crítico. Sin renunciar a nuestra independencia para defender con energía la estabilidad institucional de Colombia y la separación de poderes. Sin dejar de expresar nuestras preocupaciones por algunas de sus propuestas económicas.
Una invitación final a las dos campañas. Colombia vive momentos difíciles y de incertidumbre. Deben comprometerse ambos candidatos con los colombianos y con la comunidad internacional a respetar los resultados de las elecciones, sea cual sea la diferencia. Al país lo tenemos que unir después del 19 de junio, más allá de quien resulte elegido como Presidente. Si el 29 de mayo se consolidó el cambio, el 19 de junio debe ser la fecha de la unión. El gobierno Duque deja a Colombia en cuidados intensivos y con pronóstico reservado. Tenemos que salvarla entre todos.
