Hoy termina la primera etapa del camino que nos llevará el próximo mes de junio a la elección del nuevo presidente de los colombianos. Con la elección de un nuevo Congreso y de los candidatos presidenciales de las tres coaliciones, se despeja el panorama para la primera vuelta presidencial. Como se diría en el lenguaje futbolístico, tan de moda ahora con la brillante actuación de Lucho Díaz en la liga inglesa, termina la fase de clasificación en cada uno de los grupos y los ganadores arrancan de cero la etapa de la confrontación directa, en la que cualquier cosa puede pasar, más allá de los resultados de la primera fase. Se trata ahora de las semifinales en las que los dos triunfadores pasarán a la gran final en la lucha por el título.
Hace 4 años por esta época nos preparábamos para elegir el Congreso y cuando volvemos la vista atrás, debemos reconocer que nos equivocamos en forma grave. Elegimos el peor Congreso de la historia. Indiferente al dolor de los colombianos, arrodillado a un pésimo gobierno, aferrado a unos privilegios insostenibles, de espaldas a los jóvenes que con razón protestaban en las calles, plagado de escándalos de corrupción. Salvo las excepciones de las bancadas de oposición y unos pocos liberales que defendieron sus principios y la paz, este Congreso que termina merece ser revocado por la ciudadanía.
También hace 4 años los dos candidatos escogidos en las consultas de marzo, Iván Duque y Gustavo Petro, llegaron a segunda vuelta. En esta oportunidad sucederá igual. Los finalistas estarán entre los tres ganadores de las consultas de hoy. En la Coalición Centro Esperanza apostamos a un cambio, sin borrar de un plumazo la construcción de nuestra nacionalidad en los últimos doscientos años. Un cambio sereno y tranquilo. Un cambio para unir a los colombianos y frenar le pelotera en la que estamos y que no nos permite resolver los problemas de la gente. Un cambio con liderazgo colectivo, sin caudillos. Desde hace dos años trabajamos intensamente, con diferencias y dificultades, con controversias innecesarias, pero con la convicción que debemos ofrecer a los colombianos una opción distinta a la de hace cuatro años, entre el que señalaba Uribe y Gustavo Petro. Y cumplimos. Hoy nuestros compatriotas tienen claro que existe la alternativa de la Esperanza, la del centro alejado de los extremos. Tendrán la oportunidad de elegir directamente al líder de la Esperanza para la primera vuelta presidencial de mayo.
Los cinco candidatos del centro son la mejor opción para el país. La juventud y el compromiso con la igualdad social de Carlos Amaya desde la provincia; la serenidad, transparencia y consistencia de Fajardo para cambiar la política en Colombia y avanzar en la educación; la seriedad, convicción en sus ideas liberales y disciplina de Juan Manuel Galán; la trayectoria, conocimiento y vocación reformista de Alejandro Gaviria y la defensa del campo colombiano y coherencia personal y política de Jorge Robledo, son prenda de garantía de un gobierno de coalición para el cambio.
Esta noche conoceremos la nómina de finalistas que clasifican a la siguiente fase y arranca de cero una nueva competencia. Cualquiera sea el escogido de la Esperanza tiene las condiciones y posibilidades de pasar a la gran final y contará con magníficos compañeros de equipo, que con convicción y disciplina lo acompañaremos en la tarea de liderar el cambio para Colombia. En el caso del Senado los invito a votar por la lista de la Alianza Verde-Centro Esperanza. Es la mejor sin duda, para tener una sólida y renovada bancada que acompañe la gestión de un gobierno de la Esperanza, junto al Nuevo Liberalismo. Allí están nuestros compañeros de En Marcha. Si son de la Costa Caribe vale la pena respaldar a Norma Vera con el 33 o Jaime Hernández Amín con el 6. Si son del eje cafetero a Guido Echeverry con el 68. Si son del suroccidente a Gustavo García con el 90. Si son de Bogotá a Miguel Samper con el 13 y Luis Emil Sanabria con el 27. Y si son del oriente del país y la frontera con Venezuela, a Jairo Castellanos con el 50. Todos significan cambio y renovación del Congreso, defensa de la paz y las víctimas, compromiso con la reforma política y de justicia y lucha contra la pobreza y la desigualdad. Pongámonos hoy En Marcha por la Esperanza.