Por estos días de comienzo de año en los que tenemos tiempo suficiente para reflexionar, leer, ver películas, veo la serie “The Crown”, sobre lo que fue la vida de Isabel II en Inglaterra quien en 1952 asciende al trono tras la muerte temprana de su padre Jorge VI.

Es un recorrido por buena parte del tiempo y la historia del imperio británico, que de paso nos deja anécdotas, reflexiones y episodios que nos sirven de referencia para un lejano país como el nuestro. Una frase de Churchill como para la Colombia de un 2024, que se inicia entre la incertidumbre y expectativas: “El éxito consiste en poder ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”.

La leía, y pensaba que esa puede ser una frase para Colombia de comienzos de año, para que la lea Petro, y por qué no para Cúcuta, que terminó con obras inconclusas, insegura y desorden por todo lado. Aquí sin duda hemos vivido de fracaso, en fracaso que han sido muchos por espacio de años.

La evidencia de nuestros sucesivos fracasos son manifiestos, constatables a solo pocos días de empezar el año. No es sino seguir la noticia de la pérdida de los juegos Panamericanos, los segundos más importantes después de los olímpicos, y ahí aparece nuevamente nuestra desidia, nuestra irresponsabilidad en temas de Estado.

Definitivamente tenía razón Borges cuando en alguna ocasión dijo que “Ser colombiano es un acto de fe”. Así es, en algún momento los barranquilleros creyeron y soñaron con realizar esos importantes juegos, y casi como en un acto de fe, creyeron que el Ministerio del Deporte iría a hacer el pago que correspondía. Pero no lo hizo, una vergüenza de Colombia frente al continente y 41 países que iban a participar.

Este es un fracaso pero por nuestra irresponsabilidad administrativa. Otra noticia de principio de año, vergonzosa, de esas noticias que no dan ganas de ser colombiano por más fe que tengamos: anularon la licencia ambiental para la ampliación de la autopista norte de Bogotá. Hoy en día hablar de “autopista Norte” es una expresión fantasiosa.

Salir de Bogotá ni siquiera es un acto de fe, es una catástrofe, un caos. Otra noticia que nos deja sin alientos, que no nos deprime porque aún tenemos la resaca de los whiskys y los vinos de fin de año, pero igual es vergonzosa: el gobierno está pensando en otra reforma tributaria porque la de hace un año, que algunos la alcanzaron a calificar como histórica, estructural, ya se quedó corta. El presupuesto del 2024 está desfinanciado.

Que tal, parece una burla del gobierno, del congreso a los colombianos. Si Churchill hubiese conocido esas realidades de un lejano y tropical país, seguramente habría replanteado su frase sobre el éxito. Es probable que ya no diría que estos son fracasos, sino desidia, irresponsabilidad, desgreño, y así es imposible el éxito. Y después nos quejamos de algunas actitudes de irrespeto a la ley del colombiano.

Si el gobierno no es responsable, deja vencer unos juegos, no hace bien una reforma tributaria, ¿cómo se le exige después al ciudadano que cumpla la ley? 

Por ahora no queda sino seguir viendo por ejemplo “The Crown”, seguramente sin muchos análisis y proyecciones. Es mejor por ejemplo el episodio del esposo de la reina, el príncipe de Edimburgo, quien en el momento de la coronación no quería arrodillarse, y especialmente jurar “que de ahora en adelante obedecería a su esposa”.

Entendí al príncipe Felipe en el temor de ese juramento, hasta aquí en Cúcuta también es de pensarlo. Finalmente el príncipe lo hizo. Como diría Borges: “ser integrante de la Corona Británica, sería otro acto de fe”.

PD. Lamenté la muerte de Juan Carlos Henao, hace algunos años coincidimos estudiando en Francia. Se nos fue también Jorge Humberto Ruiz, compañero de la universidad aquí en Cúcuta. Amigos que se van pronto.

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