Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Un juego de niños
Este juicio está lejos de tratarse de un juego de niños, pues la decisión final podría resonar en otras latitudes más allá de la educación norteamericana.
Authored by
Domingo, 27 de Abril de 2025

Madrid – A raíz del frenetismo con el que se están sucediendo recientemente los eventos en nuestro mundo, hubo un acontecimiento de gran importancia dentro de la saga interminable de la guerra cultural que prácticamente pasó desapercibido. Así pues, hace unos cuantos días, y mientras todos mirábamos hacia otro lado, la Corte Suprema de los Estados Unidos escuchó los argumentos orales del caso Mahmoud v. Taylor, en el que un grupo de padres del condado de Montgomery en Maryland demandó a su superintendente de escuelas públicas por supuestamente infringir su derecho a la libertad religiosa.

La disputa se inició en 2022 cuando se aprobaron textos infantiles para el pensum educativo con personajes LGTBIQ+ que buscaban promover valores como la tolerancia o el respeto a la diferencia. Títulos como “¡PridePuppy!”, donde un perrito se pierde en medio de un desfile del orgullo y todos sus participantes ayudan a buscarlo, o “UncleBobby’sWedding”, en el que una niña aprende que no porque su tío se vaya a casar (casualmente con una pareja de su mismo sexo) quiere esto decir que ya no compartirá más tiempo con ella, encontraron fuertes objeciones de ciertos padres, lo que llevó a las escuelas públicas a permitir que sus hijos se ausentaran durante la lectura de éstos. Medida que se descontinuó en 2023 debido a la carga administrativa adicional que generaba.

La disputa aterrizó en la Corte Suprema, tras dos derrotas consecutivas para los demandantes, generando un debate que ha transformado al máximo tribunal en una especie de improvisado club de lectura en el que se discuten preguntas muy profundas alrededor de estas sencillas obras: ¿Hay coerción al exponer a niños tan pequeños a este tipo de personajes o simplemente hay una exposición normal que no difiere en nada a lo que verían por la calle? ¿El coste administrativo de supervisar a los niños que salen de clase, y el tener que buscarles otra actividad para hacer, es más gravoso que una hipotética infracción a las creencias religiosas de sus familias? ¿Son los libros tan inofensivos como afirma la defensa o están promoviendo una narrativa política específica? Todos fascinantes enigmas jurídicos cuyo desenlace conoceremos en breve.

Tras el intercambio de preguntas y respuestas durante la última vista, tal parece que los magistrados, de mayoría conservadora, estarían inclinados a darle la razón a los padres en una decisión que, para algunos de ellos, es tremendamente sencilla, pues algo muy parecido ya ocurre en algunos estados progresistas como Nueva York con las clases de educación sexual. Los jueces que se oponen argumentan que dotar de tanto poder a la objeción religiosa desembocaría en la autocensura de este tipo de temáticas, ya que para cualquier escuela sería más costoso dictarlas que excluirlas, y que sería una facultad fácilmente desbordable que afectaría los derechos de otras personas, como por ejemplo profesores homosexualesque podrían enfrentar vetos para dictar clases a ciertos estudiantes.

Este juicio está lejos de tratarse de un juego de niños, pues la decisión final podría resonar en otras latitudes más allá de la educación norteamericana. Veremos finalmente qué sucede.

fuad.chacon@outlook.com


Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion

Temas del Día