Desde hace más de 15 años se encuentran pendientes en la región varias iniciativas claves para nuestro desarrollo, sobre las cuales se ha discutido mucho, se han contratado numerosos estudios y se hacen anuncios, que al final quedan solo en las buenas intenciones. Entre ellos se destacan dos proyectos indispensables para la ciudad y su área metropolitana, que los alcaldes y gobernadores de los últimos periodos no lograron concretar por distintas razones. El Sistema de Transporte Público y el Centro de Convenciones.
Del sistema de transporte empezamos a hablar desde el 2006, en el segundo periodo presidencial de Uribe, cuando se impulsó la construcción de esos sistemas en las ciudades intermedias. Cúcuta tuvo disponible el 70 % de la financiación del proyecto por parte del gobierno de entonces. Pasaron cuatro administraciones municipales, incluida la actual, que fueron incapaces de sacar adelante la iniciativa para solucionar un problema que hoy es de los más graves que padecemos. Para nadie es un secreto que la movilidad hoy es un desastre. Los trancones son insoportables para la gente en sus vehículos particulares y el transporte público es caótico, desordenado e ineficiente. Además,el mal estado de las vías agrava la situación. Nos quedamos en el siglo pasado en materia de movilidad, sin concertar la puesta en marcha de un sistema organizado y eficiente de troncales con sus buses articulados. Cúcuta es la única ciudad grande del país que no lo tiene.
El caso del Centro de Convenciones es aún más dramático. Capitales con menor actividad económica y menos población cuentan desde hace años con modernos espacios para albergar eventos y ferias. Basta con mencionar Ibagué, Neiva, Valledupar o Armenia. Desde hace 20 años comenzamos a escuchar del proyecto para Cúcuta y hoy no existe nada. Es increíble la desidia e incapacidad de las administraciones locales con una obra sin la cual es imposible pensar en el crecimiento turístico de la región. Inicialmente se contrataron los estudios para hacerlo cerca al templo histórico de Villa del Rosario, después a alguien se le ocurrió la idea que era mejor utilizar el terreno de las antiguas instalaciones de Bavaria en el centro y posteriormente se propuso un lote cerca al aeropuerto y la zona franca. En esas nos la pasamos los últimos 20 años. En peleas de alcaldes y gobernadores por la ubicación y características del proyecto y hoy somos la única capital grande de Colombia sin un Centro de Convenciones decente. Ahora con la reactivación de la frontera, Cúcuta debería ser el epicentro de todas las actividades económicas binacionales, pero no estamos preparados.
Vale la pena advertir, además, que en estas dos frustraciones regionales no cabe responsabilizar al gobierno central, como nos acostumbramos a hacerlo. En los dos casos los distintos gobiernos nacionales aseguraron recursos suficientes para los proyectos. La incapacidad de los gobernantes locales y las mezquinas peleas por intereses particulares impidieron avanzar. Cuando prende motores la campaña para elegir nuevo alcalde y gobernador, los ciudadanos debemos exigir a los candidatos compromisos serios y no promesas baratas. Sin duda la inseguridad hoy es nuestro principal problema y una real amenaza para el desarrollo de la ciudad. Es clave elegir un líder que asuma esa tarea con carácter y decisión. Pero en el campo de los proyectos no se puede caer en la palabrería de siempre. Los candidatos deben comprometerse con los cucuteños en la ejecución de proyectos que llevan décadas de atraso y sin los cuales es imposible construir una ciudad más competitiva e incluyente. Lo sucedido con éxito en el acueducto metropolitano y la doble calzada Cúcuta-Pamplona, es el mejor ejemplo de la forma como se debe cumplir con los proyectos, así como el Centro de Convenciones y el sistema de transporte son el vergonzoso ejemplo de lo que nunca se debe repetir. Los próximos mandatarios deben saldar esa cuenta con los nortesantandereanos, antes de prometer tantos proyectos nuevos que se quedan en el aire.