¿Y qué tal si nos imaginamos una Colombia, libre de corrupción? Puede ser una realidad, y sería factible hacerla si desde esa condición del desarrollo de la inteligencia que nos permitió evolucionar más allá de nuestros cercanos ancestros simiescos lo observáramos en nuestra conducta.
¿Por qué el hombre fue desvirtuando esa capacidad con relación a la obtención de fines basados en la solidaridad y la unión?
El establecimiento del mito que condujo a medir la importancia del hombre fue uno de los más graves para el comportamiento del mismo, hoy todos evalúan el éxito según la cantidad de bienes materiales dejando a un lado las consideraciones de la esencia del ser.
Entre ellas está la de fundamentar una ética personal y laboral. Son más gratificantes los placeres otorgados por el dinero que llevar una vida en armonía con el interior y con sus semejantes en práctica de las buenas costumbres o normas sociales. Es una realidad confirmada y el hombre ha hecho gala de esta a lo largo de toda la civilización.
La lucha por el poder, el dinero, la prestancia social, el deseo de figurar a cada instante marcan al individuo; y no se detendrá ante ningún obstáculo para obtenerlos. El empoderamiento de estas clases de personas son los que perpetúan el poder y consiguen establecer en la colectividad realidades imaginarias, que les convienen sólo a ellos y que tienen en estos receptores el más importante ingrediente para lograr sus objetivos: la falta de educación.
Para esta población sin oportunidades y fácilmente manipulables, los políticos saben que lo primordial es abordar la emocionalidad, la pasión, y el fanatismo para obtener provecho de ellos. Es allí cuando esos imaginarios se hacen realidad. Esta estrategia ya está en plena campaña para desvirtuar las ventajas que el próximo 26 de agosto se obtendrán con la votación de la consulta popular anticorrupción. Circulan por las redes, hombres “destacados” haciendo la campaña por el NO.
Irónico, sino absurdo, que en una nación donde los recursos económicos son dilapidados por los gobiernos de turno se tenga que acudir a una figura de la Constitución Política para implementar normas que eviten los actos de corrupción. Es la misma naturaleza del comportamiento humano la que debe guiar hacia la ética, sin necesidad de establecer penalidades por no acatarla.
Los que han empezado a lanzar dardos explican que estas leyes ya están, que no se está haciendo nada nuevo, que es una pérdida de dinero y tiempo. Y van bastante lejos en su posición de insultar la inteligencia del colombiano, cuando aseguran que será un costo alto para la nación;cuando en realidad los que promueven la consulta popular no reciben dinero por los votos; existe un dinero destinado exclusivamente para la participación democrática y es justo utilizarlo. El ahorro que se va a tener cuando se logre disminuir el salario a los congresistas y altos funcionarios es por el orden de 213 mil millones de pesos. La aprobación de las demás preguntas le podría llegar a ahorrar al país entre 40 y 50 billones de pesos.
Asimismo, cuando plantean que la iniciativa es para beneficiar a Claudia López en su deseo probable de postularse para la Alcaldía de Bogotá. No. La senadora ha cumplido un papel destacable, guste o no a muchos, y no lo necesita. Otra inquietud que se ha generado es que la reducción del suelo cobija a todos los empleados públicos. Según explicaciones de las promotoras de la consulta: “La reducción salarial será únicamente para altos funcionarios, se deberá ajustar la normativa salarial que fijan las demás remuneraciones para no disminuirlas.”
Aquí, lo importante es que la Consulta Popular fue el mecanismo al que se tuvo que acudir luego de presentar el proyecto y ser rechazado por los mismos congresistas.
¿Ahora, qué continua? Que en un lapso de 1 año el mandato del pueblo sea acogido. Los congresistas deben dar legitimidad a la decisión de los colombianos, si incumplen lo tendrá que hacer el nuevo Presidente Iván Duque.