Es cada vez más abusivo y atrevido el asedio por parte de los fabricantes de medicamentos y afines en los medios de comunicación. Los esfuerzos realizados por los médicos y paramédicos durante largos años de aprendizaje y entrenamiento, se ven inútiles e innecesarios ante la fenomenal avalancha publicitaria que abusivamente se entromete en la vida diaria de un público incauto e inocente.
Y muy bien lo saben publicistas y comerciantes; con unas simples y bien escogidas advertencias, prometen panaceas milagrosas y productos celestiales sin ningún pudor y, lo que es más grave, sin el debido control y fiscalización por parte de las autoridades encargadas de velar por la salud y el bolsillo de un público repito, incauto e inocente.
Es en la academia y en los estudios serios de largos años de investigación, en donde , por ejemplo, se escudriñan y se definen los procesos y sustancias que intervienen en el proceso de cicatrización, para que con un simple producto con nombre sugestivo y bien escogido, se quiera convencer de su supuesta eficacia; peor aún que por un accidente científico se quiera hacer extender su espectacular bondad en la solución de los pliegues cutáneos que son la consecuencia normal del proceso de envejecimiento.
Más peligroso y absurdo es que se quiera intervenir en la manera de alimentar los niños con supuestas sustancias multipropósito y reemplazar la bondad de los productos naturales los cuales, de por sí, ya han sido manipulados genéticamente para aumentar el tamaño y mejorar su apariencia pero sacrificando su normal y nutritiva naturaleza.
Los bien publicitados productos para reducir peso o mejorar las curvas con una simple aplicación, solo son un contentillo para quienes no pueden sacrificarse y apartarse del delicioso universo de la gastronomía; para quienes desean mejorar la figura, los fabricantes de utopías saben muy bien que las dietas balanceadas y el ejercicio físico, requieren disciplina y constancia; por eso mismo promocionan el método fácil pero mentiroso.
Por fortuna los organismos encargados de la salud de los infantes han sabido organizar campañas para promocionar y aconsejar la leche materna como único y saludable modo de alimentación. Los productos artificiales no solo no reemplazan millones de años de evolución sino que son peligrosos y muchas veces adulterados. El envase natural de la leche materna es irreemplazable y muy bien diseñado.
El organismo humano ha pasado por un proceso de cambio y evolución que lo han preparado y acondicionado para perdurar en el tiempo a pesar de grandes cataclismos, de enormes pérdidas por incontables pandemias y crueles exterminios. Posee mecanismos bien diseñados para enfrentar enfermedades y asedios por cuenta de noxas en el medio ambiente. No es con inhibidores de la tos ni con el taponamiento del tránsito intestinal exacerbado que se debe evitar que el organismo se deshaga de lo que no le sirve. La tos y la diarrea son un mecanismo de defensa bien diseñado para eliminar noxas o microorganismos invasores.
Es muy fácil embaucar y engañar al público para el que va dirigida la gran marea publicitaria habida cuenta del desconocimiento que tiene la gran mayoría de clientes que pretenden curar o erradicar enfermedades o alteraciones incómodas para el desarrollo normal de su vida diaria. Consideran más fácil y tal vez más barato que asistir al profesional conocedor de la materia o, peor aún, enfrentarse con los engorrosos trámites para conseguir ayuda en los cada vez más desprestigiados organismos encargados de administrar la salud. Está en manos de las autoridades competentes vigilar y enfrentar el abusivo accionar de los fabricantes de panaceas gloriosas que solo buscan el lucro pasando por encima de normas bien establecidas y en detrimento de la salud y el bolsillo de los incautos e inocentes compatriotas que buscan aliviar sus padecimientos o mejorar su apariencia en un mundo cada vez más exigente y competitivo.
