La semana anterior ocurrió un hecho sociopolítico que en realidad es un acontecimiento histórico: en el 70% de las registradurías departamentales, incluyendo Bogotá, se inscribieron comités promotores de una Consulta Popular denominada Primero la Familia. Su propósito es rescatar el sitial nuclear en la sociedad de la institución familiar y, por ende, colocar su promoción, cuidado, protección y respeto a su libertad, bien arriba en la lista de las prioridades de los gobernantes y legisladores en los distintos niveles.
Ahora bien, hablar de acontecimiento histórico no es casual. Hoy, en la actual “tercera ola feminista”, la misma que ha lanzado el ataque más profundo contra la familia, se ha venido imponiendo en la agenda pública de tal forma que cualquier argumento que contraríe sus subjetivos valores, equívocamente se tiende a considerar retrógrado, merecedor de ir a parar al baúl de los recuerdos o sencillamente superado por la historia.
Dicho lo anterior repasemos un poco el proceso con que se han hecho ataques contra la institución familiar, de los cuales muchas veces no han sido conscientes las(os) feministas que, ayer y hoy, los han impulsado con sus posturas y activismo. Es que el feminismo auténtico, no fue ni antifamilia ni proaborto como el de la “tercera ola”. Antes de los 60, el movimiento feminista se enfocó en la equiparación jurídico-política de las mujeres con los varones, es decir, en reivindicaciones justas, necesarias y razonables. Fue en realidad un movimiento del liberalismo clásico, pues su logro consistió en extender el principio de igualdad frente a la ley al mal llamado “sexo débil”: derecho al voto, eliminación de los recortes a la capacidad jurídica de la mujer casada, derecho de las mujeres a cursar estudios y ejercer una profesión etc.
Luego vino un primer ataque con el feminismo de “segunda ola” que adoptó una postura negativa hacia la familia, al sostener que la “opresión de la mujer” se gestaba en su rol como ama del hogar y madre. Y desde los 90 del siglo pasado estamos viviendo un deterioro aún mayor con la “tercera ola feminista” que bajo la influencia del posestructuralismo francés ha logrado, entre otros, posicionar socialmente la “ideología de género”. Aquella que ha querido imponer –principalmente a través de la educación y los medios de comunicación– la sustitución del concepto de sexo (determinación biológica) por el de género (construcción cultural). Perspectiva esta de la que se han derivado visiones que distorsionan la esencia de lo humano, hasta llegar hoy a tener sectores sociales que consideran la masculinidad y la feminidad como “construcciones” y “elecciones”.
Así pues, el comienzo del proceso para la Consulta Popular “Primero la Familia” constituye al mismo tiempo el inicio de la construcción de un sólido resguardo sociopolítico a la familia que redundará en beneficio de nuestra salud social. Aquella que hoy padece enfermedades tales como la violencia intrafamiliar y el abuso infantil, puesto que en las familias respetadas, promovidas y protegidas nacen y crecen niños más sanos, más alegres, más seguros y menos vulnerables a los abusos.