Nuestra vida republicana, es increíble, ha estado polarizada desde siempre. Dos tendencias, dos soberbias, dos odios nos han dividido. Lo grave es que los protagonistas en sus agonías han reconocido el error. Lo dijo el libertador en carta al General Urdaneta: “El no habernos arreglado con Santander nos ha perjudicado a todos”.
Bolívar había culminado su carrera de guerrero en 1824 con su lugarteniente Antonio José de Sucre. Tenía espejos históricos sobre su futuro. Dedicarse a su importante patrimonio como los hizo el General Washington en Estados Unidos o viajar a Europa con su Manuela adorada, pero no, optó por el disfrute del poder político, que fundamentó en el proyecto constitucional para Bolivia, un estado creado en su honor, al decir de Germán Arciniegas, un estado tapón, entre el Perú y Argentina proclives al enfrentamiento militar. Proyecto constitucional antipático, que propendía por una presidencia y un senado vitalicios, promoviéndola electoralmente con estímulos populares para imponerla sustituyendo la de 1821.
Su regreso al norte fue una promoción, por donde iba pasando, de su proyecto Constitucional de Lima a caracas y a arreglarse con Páez. Envió su emisario, el Joven Leocadio Guzmán Blanco con cartas a sus amigos y desde ahí se dividió el país. Cartas a los Generales Carreño, Páez, Urdaneta, Padilla, Flórez y Don Cristóbal Mendoza preconizando una Convención. La Convención de Ocaña que definitivamente nos partió. Mosquera le escribió: El ejército en su generalidad, está decidido por una monarquía constitucional.
Santander era contrario y le rogó no aprobar las actas de Guayaquil y de Quito. Urdaneta, especialista en jugar varias cartas, le advertía a Santander: “La Coronación de Bolívar “la cosiata” o el nombre en clave o lenguaje convenido para mayor secreto. Santander le respondió: Soy admirador de la monarquía europea, pero los deberes de su cargo como presidente le impedían entrar en el plan. Fue el primer paso en la polarización que terminó mal en Ocaña y originó el atentado de septiembre de 1827 y luego su exilio en Europa y Estados Unidos.
Luego vino la cadena de polarizaciones republicanas, con guerras civiles, con constituciones a la medida de las sectas y la corrupción que siempre la ha habido desde los créditos ingleses, siempre con violencia y sin paz.
Hoy podríamos repetir la frase el Libertador: ¿“¿No habernos arreglado con Uribe, nos perdió a todos”? ¿o no habernos arreglado con Santos? ¡ah, “la cosiata”!