
Crecí con una especie de papolatría: era pecado la menor crítica al papa. El papa de mi infancia y adolescencia fue Pío XII. Mi papolatríase vino al suelo cuando confirmé, por la acción de Francisco, lo que dijo su coterráneo Jorge Luis Borges cuando le preguntaron qué opinaba del papa: es un político más.
Según lo que viví en su tiempo y lo investigado después,considero que, salvo Benedicto XVI, no ha habido un pontífice que supere a Pío XII en cultura. Además, fue único en espiritualidad y, por consiguiente, en santidad. Era políglota. Por supuesto, hablaba el latín fluidamente, lengua que Pablo VI erradicó de la comunicación en el Vaticano y en los seminarios y, más grave aún, en muchas ceremonias litúrgicas. El papa Francisco no parlaba latín; solamente dominaba el español y el italiano.
Pío XII es considerado un conservador, y por no militar en el llamado pro-gresismo – que es en realidad pro-socialismo o pro-comunismo -, su causa de beatificación la han entrabado, principalmente por el mismo Francisco, mientras que a casi todos los papas involucrados en el Concilio VaticanoII los canonizaron. Igual trato de Pío XII ha recibido Benedicto XVI.
Robert Francis Prevost nació en Chicago en un hogar profundamente católico. Le reconocen la gran virtud de escuchar. Alguien dijo que es el menos estadounidense de los estadounidenses. Pretende ser suramericano por poseer la nacionalidad peruana. Más, otra rareza es que tiene carné republicano y detesta a Donald Trump. Louis, hermano de Robert, también republicano, admite que el papa y el presidente no se van a llevar bien. El papa defiende la inmigración ilegal, descontrolada e indiscriminada que Trump combate. Prevost también se fue lanza en ristre contra un mandatario de derecha como lo fue Alberto Fujimori. Lo criticó porque no pidió un perdón individualizado y no generalizado a las accidentales víctimas ocasionadas al enfrentar a las guerrillas comunistas. Pero Prevost, en sus 19 años de permanencia en el Perú, nunca condenó los múltiples genocidios, con más de 30 mil muertos, perpetrados por Sendero Luminoso, principalmente, ylos Tupamaros, en que cayeron pobres campesinos, que tanto dice defender, indígenas, sacerdotes, monjas y hermanos misioneros.
León XIV, nadie lo puede negar, es hechura de Francisco. Éste lo fue promoviendo rápidamente hasta que lo ubicó en la Prefectura del Dicasterio de los Obispos, de donde salían los ordinarios para la consagración luego de ser aprobados por el pontífice, porsupuesto, candidatos todos afines a su línea ideológica. En el Dicasterio lo habilitó para ser candidato a suceder a Pedro al otorgarle el capelo.¿Sorpresiva su elección? No, ya que en el concilio la mayoría la constituían cardenalesnombrados por Francisco y Prevost.
Anunció que continuaría la obra del predecesor: el galimatías del sínodo sinodal yla palabrería hueca de paz, diálogo, misericordia y amor a los pobres. Al difunto papa le fue confiado salvaguardar el depósito de la fe y no lo hizo. León no ha dicho nada.
El pastor debe escuchar a sus ovejas. La voz de los laicos es muy importante. Entonces,escúchenos: A Su Santidad le corresponde asumir decisiones radicales para restaurar la Iglesia que quedó tambaleante. Para ello necesita valentía, ydejar los pruritos de complacer al mundo en vez de a Dios, y de que Dios debe adaptarse al mundo.
¡No más herejías, ni verdades a medias y ambigüedades sino enseñanzas que nos lleven al Reino Eterno!
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion