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Pasión del periodismo
Hoy la realidad del ejercicio periodístico ha cambiado.
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Martes, 11 de Abril de 2023

El título de esta columna lo extraigo del libro de Carlos J. Villar-Borda, publicado en 2004 por la Universidad Jorge Tadeo Lozano, que constituye las Memorias del autor y donde opina sobre personalidades de nuestro escenario público y registra diversas situaciones políticas del siglo XX, recién extinguido cuando el libro vio la luz, como el intento de golpe de Estado al presidente Alfonso López Pumarejo,  el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, la llegada del general Gustavo Rojas Pinilla al poder,  la caída de éste el 10 de mayo de 1957 y el cierre de El Tiempo, entre otros acontecimientos importantes. 

  Quienes deseen historiar esa época de nuestra historia política, u otras, lejanas o recientes, necesariamente tendrán que acudir a los registros periodísticos, catalogados como fuentes primarias, porque muchas veces son más completos y profusos en el detalle de la información que los libros que ocasionalmente se publican. Ahí radica la importancia de la existencia y sobrevivencia de los medios de comunicación, aparejada con la libertad de pensamiento y expresión, que en esta época de turbulencia e incertidumbre política “amenaza ruina” su realidad y efectividad. 

 Nuestra prensa regional, para no salirnos de nuestra circunscripción territorial, no obstante que tiene vocación política, como efectivamente la tiene y es legítimo que así sea, es una prensa que acata los dictados constitucionales: diariamente recibimos información objetiva, veraz e imparcial. En veinte años como columnista de La Opinión no he sido censurado. 

 Los primeros cursos de periodismo se dictaron en la Universidad Javeriana en 1936, y en 1949 se creó la Escuela de periodismo, pero los periodistas y redactores de la época no necesitaban estos cursos - aunque no estaba demás hacerlos - porque se formaban en los rotativos bajo la tutoría de los patriarcas de la información de la época.

Algunos de los que aprovecharon esa circunstancia fueron Alfonso Castillo Gómez, José Salgar, Antonio Panesso Robledo, Alberto Lleras Camargo, Luis Eduardo Nieto Caballero, Eduardo Zalamea Borda, Gabriel García Márquez, la familia Cano Izasa y caricaturistas como Pepón, Osuna y “Pepe” Gómez, entre otros. “Pepe Gómez”, quien firmaba como Mickey Mouse, era hermano del jefe conservador Laureano Gómez e hizo su aparición exitosa en los albores del siglo XX, mucho antes que Ricardo Rendón. Periodistas sin estudios universitarios que reunían cabalmente los requisitos para su ejercicio, pero eran verdaderos autodidactas y dominaron la vida política y literaria del país en su momento, como el periodista Alberto Lleras Camargo, quien fue presidente de la República en dos ocasiones, y el periodista y novelista Eduardo Zalamea Borda, autor de Cuatro a bordo de mí mismo.   

Hoy la realidad del ejercicio periodístico ha cambiado. Aunque la Carta política de 1991 y la Corte Constitucional permiten ese ejercicio como autodidactas, es verdad de a puño que la profesionalización o cursos permanentes de verdadera e intensa capacitación son imprescindibles para fortalecer aspectos epistemológicos, deontológicos y humanísticos. Menciono cursos permanentes porque en unos casos es de formación y en ambos de actualización.  

Ahora que el libro de Manuel Antonio Carreño ha sido actualizado valdría la pena socializarlo entre agremiados, y así se entendería lo que es el instinto gregario y cómo agruparse para la defensa lícita y legítima de los intereses de la entidad a la que se pertenece y sus asociados, sin jactancia, individualismo ni sobradez. ¡Que prevalezca el compañerismo, el sentido de pertenencia y comprender que la casa es de todos!  

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