Si de algo sufre este país es de memoria, la tenemos pésima, mejor dicho, buena para ciertas cosas y fatal para otras. Este inicio de año atiborrado de los nuevos vientos en las administraciones públicas merece un “recorderis”, especialmente por el 2024 que viene cargado de efemérides y conmemoraciones literarias y artísticas; curémonos en salud: encargados de cultura tomen nota.
El mundo ya tiene avanzados los homenajes a la vida y obra de Truman Capote, Julio Cortázar, Bukowsky, Franz Kafka y hasta Mafalda. Por estas tierras en el 2024 se conmemoran los 10 años de la desaparición de Gabriel García Márquez; de hecho, ya Penguin Random House ha anunciado el lanzamiento de En agosto nos vemos, una novela póstuma de Gabo. A la par otras dos efemérides importantes en el país tienen que ver con los 100 años de publicación de La Vorágine de José Eustasio Rivera y los 30 años de fallecido del escritor cartagenero Jorge Artel.
Para Norte de Santander las fechas más importantes son los 60 años de la muerte de Eduardo Cote Lamus y los 20 sin el maestro Eduardo Ramírez Villamizar.
Soñamos entonces con unas conmemoraciones por todo lo alto, más allá de placas y diplomas que a la larga no honran el legado cultural que nos dejaron estos dos maestros. Es el momento para que brille una gestión que de honor a dos de los valores más relevantes de la cultura nacional desde la literatura y el arte y que son de esta región.
Cote representa una obra literaria que ha influenciado a una generación de escritores e incluso a autores vigentes, una voz potente y viva que es necesario leer y valorar reconociendo realmente su importancia.
Las obras del maestro Ramírez Villamizar regadas y aplaudidas en todo el mundo merecen ser estudiadas, analizadas más allá de los titánicos esfuerzos de su Museo en Pamplona, sin el que sería imposible revisar su legado.
Es el año para declarar estos homenajes para promover su lectura, reeditar sus obras, apoyar becas de investigación, darle un irrestricto apoyo al Museo Ramírez Villamizar de Pamplona que ha sido un verdadero escudero de su legado y por qué no, darle un vuelco al Concurso Eduardo Cote y Jorge Gaitán.
Sueño con obras y gestiones en nombre de estos dos artistas dignifiquen el trabajo de otros cultores que vienen trabajando desde diversas expresiones en el departamento y que al finalizar el año cualquier Nortesantandereano pueda hablar sin dudas de sus obras y sus valores.
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