Jorge Luis Borges nos recuerda Juan Luis Cebrián, decía que la fama era una cuestión relativa, que la lograba con lo que escribía, cuando siempre había deseado hacerse notar por lo que había leído. Al fin y al cabo, la mejor manera de aprender a escribir es dedicarse a leer.
El apunte del columnista de El País de Madrid, lo realiza al comentar el último libro de Mario Vargas Llosa “La llamada de la tribu”, que en varias mesas de cafetería locales hemos conversado con amigos ocasionalmente. Y obviamente las discusiones se sostienen sobre los nombres de autores, que en la historia de las doctrinas económicas permanecen o giran alrededor de sus imperecederos paradigmas. Es el caso de las reseñas que hace Vargas Llosa sobre la memoria gigantesca de Adam Smith, el más grande de los pensadores liberales, en cuya línea desfila Friedrich Augustus von HayeK, considerado el pionero del neoliberalismo rampante.
En la otra línea reseñada por el peruano, pues desfilan Ortega y Gasset tan arraigado en los sentimientos de quienes nos consideramos tradicionalistas, que nos apasionaba en un centro de estudios conservadores que había fundado Juan Diego Jaramillo y de quien aprendimos a deshacernos de los extremismos en los años 60. Desfila Karl Popper y la Sociedad Abierta y sus enemigos, Raymond Aron •mon petit camarade”, el hombre contrapuesto a su compañero Jean Paul Sartre, Isaiah Berlín el profe de Oxford desapasionado y conciliador para contraponer las extremas. Todos los autores fueron lecturas predilectas de nuestra generación, que sufrió las mismas decepciones de Vargas Llosa.
Pero en nuestra época el Profesor francés Jean François Revel, fue uno de los autores predilectos.
“Ni Marx ni Jesús” es uno de sus textos preferidos por los de mi generación. Un libro que al menos dos o tres veces al año sacamos y devolvemos de nuestra biblioteca, por razones académicas o escriturales. Una teoría que todos los días se remoza, pues fue un pronóstico cumplido y permanente.
Dijo Revel que la Revolución de la segunda mitad del siglo pasado tendría lugar en los Estados Unidos y así fue. Es más, hoy se sigue desarrollando y nuestra generación fue su protagonista, en el país filosóficamente más conservador del mundo. Un pueblo que inventó “la contestación” contra el propio imperialismo de su nación, por la igualdad de los dos sexos, por una sociedad multirracial y culturalmente polifacética. El libro produjo reacciones fuertes: “Este libro hace rechinar los dientes” dijo el diario Le Monde. “El libro más constructivo” dijo Newsweek. “Es el libro del día” dijo el diario ABC de Madrid.
Adenda: Que bueno que vencieran la soberbia: Martínez, Ibero y Bautista, en el tema de internación de vehículos. Todos tienen verdades jurídicas y polìticas parciales que pueden y deben ensamblar.