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Los niños en la guerra
Usualmente, las fuerzas antidemocráticas han “usado” niños para tratar de detener la embestida contra ellas. El ejemplo más claro fue el uso, ahí sí de niños, menores de 15 años, por parte del régimen nazi.
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Sábado, 27 de Marzo de 2021

Ante la arremetida de prensa por el bombardeo a reductos narcoguerrilleros en el Guaviare por la muerte de “niños” guerrilleros, es interesante observar históricamente el papel de los niños en la guerra.

Durante la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos enlistó a los menores de 17 años en las fuerzas militares, primero con consentimiento de sus padres, y después sin ese requerimiento. Y se entrenaban como soldados “máquinas de guerra”, no para estar resguardados en la retaguardia, sino para ir a la línea frontal de combate. En los grupos de resistencia contra los nazis en la Europa invadida, había integrantes, hombres y mujeres, menores de 18 años, quienes participaban en acciones de espionaje y sabotaje contra las fuerzas de invasión, y quienes eran muy conscientes que de ser capturados serían torturados y asesinados. 

Pero, usualmente, las fuerzas antidemocráticas han “usado” niños para tratar de detener la embestida contra ellas. El ejemplo más claro fue el uso, ahí sí de niños, menores de 15 años, por parte del régimen nazi para detener el avance de las tropas aliadas sobre Alemania. Las Juventudes Hitlerianas, como hoy hacen las narcoguerrillas, reclutaban “obligatoriamente” a niños para envenenarlos en la ideología racista, antidemocrática y antisemita, y entrenarlos en uso de armamento militar. Es más, eran usados como bombas humanas, a lo que nos tiene acostumbrado el fundamentalismo islámico. La última línea de defensa del régimen hitleriano eran los fanatizados niños de las juventudes hitlerianas, para que usarán morteros, bazucas y granadas contra las fuerzas aliadas, mostrando que eran niños, y lograr así que las tropas aliadas detuvieran su avance, mientras Alemania ganaba tiempo para obtener la bomba atómica, que cambiara el curso de la guerra. También los usaron contra los rusos, pero los comunistas jamás han 
cumplido el derecho “burgués” por lo que no solo mataban a los niños, sino que los violaban junto a sus mamás, hermanas y abuelas. En Alemania de posguerra se juzgó y condenó, a los nazis que usaron los niños para la guerra; no a los aliados por neutralizarlos. El Vietcong, el DAESH y otros grupos extremistas, como las FARC y el ELN, siempre han usado niños como carne de cañón. 

El problema radica en dos conceptos: la definición de niño en la guerra y la legislación apropiada para combatir riesgos a la seguridad nacional. Un muchacho de 17 años con entrenamiento militar y un fusil AK47, un galil o una ametralladora punto 50, no es lo que en la legislación internacional se conoce como un niño en estado de indefensión. Sea por lavado cerebral u otra razón, estos “niños” son combatientes en su término más claro, y son una amenaza a la seguridad nacional al hacer parte de grupos de crimen organizado, algunos de ellos de carácter transnacional.

El segundo problema es que la lucha contra el crimen organizado transnacional como grave riesgo a la seguridad nacional no se puede pelear, como lo ha hecho Colombia, con una legislación de “paz”, en la cual se deben tener las mismas prevenciones para prevenir un robo bancario en una ciudad, que para un ataque guerrillero contra una población colombiana apoyados por gobiernos extranjeros. Una legislación de seguridad nacional, plenamente válida ante la sociedad internacional, es lo adecuado para defender el estado colombiano, legislación a la cual, obviamente, se opondrían los quintacolumnistas colombianos con apoyo de organizaciones “progresistas” multilaterales y gobiernos extranjeros.

Nadie vio ningún “ente de control” estadounidense, francés, inglés o australiano, en las ruinas de las ciudades alemanas “investigando” como habían sido dados de baja los niños de las juventudes hitlerianas. Una táctica socialista es pedir el pleno ejercicio de derecho de la democracia liberal, cuando se enfrenten a grupos que utilizan todas las formas de lucha, y quienes consideran que no los cobija la burguesa legislación liberal.

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