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Los colombianos felices
En definitiva, para ser más felices, el asunto no parece depender solo de nosotros, sino que, es algo que tiene que ver con el bien común.
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Miércoles, 19 de Noviembre de 2025

Volviendo de regreso a casa luego de un agotador día de trabajo y, aprovechando las largas filas que se forman en algunos semáforos, tuve la oportunidad de escuchar en la radio una notica alentadora, pues resulta que, en el ranking de felicidad de este año, hemos conseguido quedar en el puesto 61 del mundo, y digo alentadora porque el año pasado estábamos en el lugar 78. ¿Acaso no se siente usted más feliz este año que en el 2024?, verdad que sí…

Después de dejar escapar una pequeña sonrisa que tal vez fue más irónica que otra cosa, me enteré de que, por octavo año consecutivo, el país más feliz del mundo es Finlandia, y me pregunté, ¿será por el frío? Seguí escuchando las razones que argumentaba la locutora y alcanzó a decir que los finlandeses eran muy felices porque no se complicaban la vida, todo lo veían de manera simple y siempre buscaban el camino más fácil de enfrentar los problemas y de hacer las tareas, algo así como “el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo”.

Quien seguía transmitiendo en las ondas hertzianas daba a entender que ese primer lugar dependía en gran parte de no esforzarse mucho por cumplir las metas, sino más bien, dejaban que todo fluyera. Interesante postulado.

Al mismo tiempo, mientras celebraba mi felicidad actual en comparación con la del año pasado, un taxista peleaba con un carro particular, dos motorizados se miraban feo y se mostraban los dientes ferozmente en la lucha por estar de primero ante el semáforo y, un transeúnte le recordaba su familia a otro que manejaba al lado mío, todo esto sin dejar de escuchar la alentadora noticia y de notar estas elocuentes manifestaciones de felicidad de los colombianos.

Me pregunté entonces, si acaso expresamos la felicidad de otra manera, después de todo, los finlandeses tienen fama de aburridos y nosotros no podemos escuchar una cumbia o un porro porque la sangre se nos calienta y empezamos a mover los pies y la cintura simulando un baile casero. ¿Será que somos inmensamente felices a nuestro modo?, o acaso ¿más felices que antes sin darnos cuenta? 

Como la noticia me pareció curiosa, una vez que llegué a casa después de atravesar la jungla de la ciudad, no me quise quedar solamente con lo escuchado y procedí a hacer una búsqueda más profunda de la información.

Pues resulta que eso que me dijeron es una parte importante pero no lo es todo, ya que, la felicidad de los finlandeses depende también de que los servicios públicos funcionan de forma excelente, la salud y los hospitales están prestos a atenderlos, los sueldos parecen alcanzar o por lo menos los ciudadanos sienten que sus necesidades están cubiertas, incluso las de ocio, en los colegios se promulga el bien común y pensar en los demás, la vejez se respeta y es un valor primordial y en fin, una serie de aspectos que me llevaron a decir, ¡Ah, con razón!, ahora entiendo.

En definitiva, para ser más felices, el asunto no parece depender solo de nosotros, sino que, es algo que tiene que ver con el bien común, no basta con algunas fiestas o ferias que nos dan felicidad momentánea, la calidad de vida debe ser lo suficientemente buena para que nos sintamos felices por sí solos, eso de que la felicidad es el camino y no la meta puede ser verdad, pero ojalá que ese camino hacia la felicidad, no siga siendo cada día más tormentoso y culebrero.


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