La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Lección de ajedrez
Se trata de un juego muy sencillo, pero los jugadores se dan sus ínfulas.
Authored by
Lunes, 14 de Enero de 2019

Me pides que te enseñe a jugar ajedrez. Está bien. Lo primero que debes hacer es equiparte para el juego, es decir, conseguir el tablero y las fichas, y prepararte con mentalidad de ganadora. Es lo que yo hago cada vez que juego ajedrez y por eso quedo siempre en los primeros lugares en los torneos en los que participo. En las Olimpíadas de La Opinión, por ejemplo, siempre he quedado en los primeros cinco lugares. Claro que nunca nos inscribimos más de cinco jugadores para esto del juego ciencia.

¿Y por qué el ajedrez es juego ciencia? Sabrá Mandrake. Pero así lo llaman y hay que seguir la corriente. Los amigos del ajedrez son medio locos, como buenos científicos. ¿Conoces algún científico que no sea loco? Yo tampoco, pero es que nunca he conocido algún científico. Locos sí conozco por montones. Y locas. La ciudad se nos llenó de locas, pero no les gusta el  ajedrez.

Los ajedrecistas caminan de frente, como los peones en el tablero, pero a veces, se tuercen para comerse al peón enemigo que viene por el carril de al lado. Se tuercen, como mucha gente, y entonces los llaman torcidos. Debes tratar de no acercárteles mucho porque te comen.

Y es que los amigos del juego-ciencia comen de todo: comen caballos, comen alfiles y se comen hasta la reina. Y al rey no se lo comen, porque cuando este se ve sin salida, agacha la cerviz, se entrega y se tira al piso. El rey del ajedrez es un cobarde. No canta con José Alfredo Jiménez: Pero sigo siendo el rey.

¿Qué de dónde salió el ajedrez?  Las versiones son varias: Que de la India, que de China, que de Irán, que de Rusia, varios siglos antes del nacimiento de Cristo.  Lo único que puedo decirte con toda certeza es que no fue en Las Mercedes, donde los patriarcas (Ángel Facundo Botello, Pedro Gómez Aponte, Pedro Camperos, Leonardo Melo, Rogerio Pineda y otros) se reunían los sábados y domingos en una esquina de la plaza del pueblo a jugar bolo criollo. Tres palos y una bola también de palo. El que tumbara más palos, al calor de unos guarapos, era el ganador.

El objetivo del ajedrez es hacerle la encerrona al rey contrario, de manera que llegue el momento en que no pueda moverse porque está rodeado de enemigos. Pero el rey, como gobernante,  es lento y perezoso, sólo se mueve de cuadro en cuadro, de manera que tiene todo un ejército que lo defiende, aún a costa de su propia vida.

En cambio, su mujer, la reina, se mueve que da miedo, Digo, en el tablero. Corre, salta, persigue, defiende a su marido con todo. Es la ficha más valiosa, al fin y al cabo, mujer. Hay torres, alfiles y caballos, que se desplazan en distintas direcciones: las torres, de frente y de lado; los alfiles, en diagonal, y los caballos en forma de L, brincando por encima de quien sea.

Y adelante van los soldados, es decir, los peones. Avanzan de frente, pero comen de lado. Y no pueden regresar. Los peones, igual que los soldados en cualquier ejército, son carne de cañón. Es a los primeros que hay que destrozar para seguir en busca del rey enemigo.

Como ves, se trata de un juego muy sencillo, pero los jugadores se dan sus ínfulas. Antes de cualquier jugada se demoran una eternidad, pensando y pensando, tal vez en la próxima jugada, tal vez en algún amor lejano o tal vez, como decía mi mamá, pensando en los huevos del gallo.

Dicen algunos, que la vida es un ajedrez, donde hay que moverse por distintos caminos, pero sin perder de vista el objetivo central. Lo malo es que en la vida no todo el mundo es rey, aunque José Alfredo Jiménez, mi filósofo preferido, cantaba: “Yo sé bien que estoy afuera…pero sigo siendo el rey”.

De manera, mi querida amiga, que ya sabes: A mover las fichas con inteligencia, que te sobra. Con verraquera, que la tienes. Con tu hermosa sonrisa, que cautiva.  Tienes todo a tu favor. Con disciplina llegarás hasta donde quieras. Y hasta más allá.  

Temas del Día