Por: Juan Antonio Nieto Escalante
Según el reciente informe del DANE, a octubre del presente año, la tasa de desocupación nacional se ubicó en el 9,2%. Esta cifra sin duda es halagüeña si no fuera porque a nuestra economía lo único que se le ha acelerado, es su desaceleración.
En efecto, en el tercer trimestre del presente año, según FEDESARROLLO, el Producto Interno Bruto –PIB-, tan solo creció el 0,6%, cifra indicadora a la que puede buscársele múltiples explicaciones: bajo consumo interno, inflación por encima de un dígito, altas tasas de interés bancario, desconfianza interna e internacional, entre otros. Ahora, las fórmulas para salir de la crisis, que por fortuna aún no podemos calificarla de recesión, son políticas que busquen resolver las causas antes enunciadas, además de promover la infraestructura del país, el trabajar en una regulación que simplifique trámites y, el desarrollo de las regiones.
Sobre esto último, quiero detenerme: el desarrollo de las regiones. En Colombia se volvió retórica decir que somos un país de regiones, pero, poco desarrollo ha tenido el marco dado para ello a través de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial –LOOT-, 1454, de 2011. Se cuenta con los dedos de las manos las asociaciones de municipios, de planificación, de provincias, entre otros, que se han conformado y, sobre todo, su impacto real en obras de desarrollo donde la principal apuesta con ellas es la de manejar economías de escala. Para no hablar de las áreas metropolitanas, utilizadas como cuotas políticas y en su mayoría, de pobre impacto.
Hoy, el Plan Nacional de Desarrollo “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, ordena desarrollar las que denomina Regiones Autonómicas, con el propósito de que se adelante una “gestión pública eficiente para el desarrollo económico, social, ambiental, cultural y étnico que redunde en el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes.” Y, aunque este aspecto de la Ley del Plan no ha sido regulado, he aquí una muy buena oportunidad para que nuestro departamento, Cúcuta y su área metropolitana se coordinen, se cohesionen entre sí, y se presenten ante el gobierno nacional como un solo cuerpo.
Son décadas completas en las que nuestros gobernantes tanto departamentales como municipales, el empresariado y nuestra clase política, solo se han mirado el ombligo, sin visión de largo plazo y ello puede comprobarse revisando la posición que ocupamos en la casi total de los indicadores positivos del país. Solo en inseguridad urbana y rural, somos campeones.
Todo lo anterior para decirles a nuestro gobernador y alcalde, electos, pero especialmente a este último, ahora que debe elaborar su Plan Municipal de Desarrollo, que ojalá en él se plasme un modelo claro y viable de ciudad, que nos permita visualizar a los cucuteños lo que será Cúcuta, mínimamente, en las próximas tres décadas y para que el cacareado slogan de “Cúcuta 2050”, no sea solo retórica.
Recomendarle, respetuosamente, al señor Alcalde Acevedo que quienes vayan a ser sus secretarios de planeación y de hacienda, confronten los resultados del informe de empalme con el informe gestión que el Alcalde Yáñez debe presentar, para verificar que coincidan y evitarse problemas heredados, con los órganos de control y judiciales.
Si por lo menos un veinte por ciento de lo que mencionó Yáñez en la instalación de las comisiones de empalme, llega a ser cierto, el Alcalde Acevedo la tiene fácil y deberá asesorarse, entonces, con su colega de Disney World, para seguir construyendo sobre lo construido.
