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Las protestas pacíficas
Solo que aquí en Cúcuta, a algún lagarto bárbaro y genial, le dio por pintar a nuestros monumentos con vulgar “zapolín” de múltiples colorines.
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Miércoles, 11 de Octubre de 2017

La protesta de los inermes la escucha hasta Dios. Pero no llega al oído del hombre. Lamennais.

No hay camino para la paz. La paz es el camino, dijo un día el Mahatma Gandhi. Protestar pacíficamente es tener el alma grande, como lo llamó Rabindranath Tagore. Todos quienes convocaron la protesta pacífica para defender el páramo de Santurbán tienen el alma grande, luchan por la causa más importante del oriente colombiano: el agua. Los que no la tienen son los hombres ajenos a la causa, que la utilizaron políticamente. 

Dios quiera que esta lucha llegue a los oídos de Dios, porque el hombre político de la región no tiene oídos.  Lo digo con conocimiento de causa, porque he patinado, como se dice en el argot de los burócratas, varios temas ambientales.

Miren y les cuento uno y no se ofusquen concejales, porque se les recuerdan sus deberes que deben conocer desde antes de postularse, para llegar a ser honorables. Una vez posesionados, en nuestra cultura institucional de tradición añeja, a ustedes se les reviste de esa pátina denominada honorabilidad. Sí, pátina es el único oxido que reviste de majestuosidad los monumentos históricos que son como el alma de la nacionalidad. La pátina es esa capa finísima de color verdoso aceite, que se forma en el bronce y se adhiere “per Semper” y que luego solo hay que brillar ocasionalmente y las vuelve respetables.  

Solo que aquí en Cúcuta, a algún lagarto bárbaro y genial, le dio por pintar a nuestros monumentos con vulgar “zapolín” de múltiples colorines. Y así se han “tirado” varias estatuas y monumentos de la ciudad. Entre otros el emblemático indio motilón. Sí, desde entonces a las nuevas generaciones de concejales, no a todos, les es esquiva la honorabilidad. Les han pintado la “pátina”

Y es que, para ser honorables, se necesita ser medianamente culto. Al menos revestirse de la cultura institucional de su cargo. Aprender de memoria los artículos pertinentes de la Constitución Política, sus leyes reglamentarias y el reglamento interno del Concejo.

No puede ser honorable el concejal que no cumple el desactualizado Acuerdo 0188  del 27 de diciembre de 2001. Sobre todo, el Artículo 15 y17 que juran a Dios.

No puede ser honorable el concejal que no cumple con los artículos 74 y 75 del Reglamento Interno del Concejo Municipal relativo a la designación de los ponentes y a los términos para rendir la ponencia. O no manifestar a las directivas su imposibilidad de ser ponente por desconocimiento de los temas que se les encomienda y dar la vía libre para designar al experto. 

Lo anterior porque he sido testigo de este cargo, con relación a un tema de la protesta pacífica. El tema del Proyecto de Acuerdo de la “Alianza Biocuenca” que vincularía a la municipalidad. Yo nunca merodeo por los sitios de la corporación. Solo voy cuando elevo derechos de petición para que me entreguen documentos de estudio de mis alumnos, a quienes matonean cuando los solicitan. Pero en el proyecto referido quise patinarlo, pues mediaban ayudas internacionales importantes que al final se perdieron por la ineptitud del ponente.

Ilusionado como todos los cucuteños que votamos por los muchachos que llegaron al relevo, pues recurrí a ellos y me contactaron con el genial ponente. Me ilusioné, además, al enterarme que era abogado y sería más fácil la persuasión. Un dialogo de diez minutos me hizo desistir. El abogado no sabía diferenciar los conceptos de aportes, donaciones, corporaciones, fundaciones y asociaciones. No rindió ponencia y ejerció el oficio de los “engavetadores” judiciales. No cumplió el reglamento. No creo que sea honorable.  Por eso hacemos protestas pacíficas.

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