2025 fue un año de buena cosecha regional; con la vendimia se recogieron buenas uvas. En abril, Daniel Noboa fue ratificado en Ecuador derrotando el correísmo, en agosto Rodrigo Paz fue electo presidente boliviano hundiendo la corriente de Evo Morales, y ahora en diciembre, la elección de José Antonio Kast en Chile marca un retroceso del socialismo del siglo XXI del subcontinente, que se suma a la derrota del justicialismo en Argentina por Javier Milei en las legislativas de este año, que le dan al mileismo el control del Congreso.
Si Trump logra la caída de la dictadura chavista en Venezuela, ayudaría a la derrota de la extrema izquierda en las elecciones presidenciales de 2026 en Colombia, ya que solo dos polos negativos quedarían en América Latina: Brasil y Mexico. Orsi, el delfín de Pepe Mujica seguirá como presidente izquierdista hasta 2030, pero es un izquierdista moderada, más una socialdemocracia que el radicalismo petrista.
Quedan como satrapías crónicas la de Ortega en Nicaragua y el castrismo en Cuba que solo saldrán del poder por derrocamiento, no por elecciones libres y falta por saber que pasará en Honduras, donde la izquierda perdió las elecciones y no quiere entregar el poder, lo que consolidaría otra dictadura de izquierda en esta América Latina condenada al subdesarrollo.
Ojalá estemos regresando a una democracia, que aunque débil, evitará caer en el socialismo radical y haga entender a los dirigentes democráticos la necesidad de reforzar los verdaderos valores democráticos, abandonando la visión asistencialista y el poder político restringido, para dar paso al verdadero desarrollo y un camino a verdaderas democracias liberales. Esperamos que en 2026, Colombia y Brasil se unan a ese selecto club.
Ya que conocemos como es el socialismo y como está de desprotegida la democracia ante sus ataques, sería bueno un cambio conjunto hacia adelante que reduzca el riesgo del regreso de la pandemia autoritaria y dictatorial en nombre del pueblo y su correspondiente poder popular.
En 2026, Colombia entra en el último año de la administración Petro, en un país con múltiples amenazas: la amenaza del narcoterrorismo contra la sociedad con unas fuerzas militares debilitadas e infiltradas por la izquierda, la amenaza de una crisis fiscal grave ante el gasto desbordado, la corrupción expandida y el endeudamiento irresponsable, la amenaza de convertirnos en un país paria al unir nuestro destino a la tiranía chavista, la amenaza de unas cortes “débiles” con la llegada de “nuevos magistrados de izquierda” que dejen al gobierno hacer lo que quiera, la amenaza de una grave crisis de salud ante la destrucción de los principios de la ley 100 que no fue reemplazada por algo más viable y la amenaza que las elecciones de 2026 nos lleven a la dictadura izquierdista por la mezcla de presión narcoguerrillera, compra masiva de votos con el presupuesto nacional, un petrosantismo aplicando las mismas tácticas de la elección pasada creando el “falso centro” y las bodegas izquierdistas desbordadas, con un silencio muy parecido a apoyo en los medios de comunicación.Estamos siguiendo el libreto Venezuela casi al pie de la letra.
Este 2026, que empezó antes de terminar el 2025, se convierte en la “hora más delicada” de Colombia, que marcará sin duda el destino del país en las próximas décadas.Se llama votar con los pies, cuando el voto hunde el país en la dictadura y la miseria, que obliga, sobre todo a los jóvenes, a salir de su país, así sea a pie, para buscar un futuro. Lo vimos en Venezuela y espero que logremos evitarlo en Colombia. Votemos con la cabeza y con el corazón, no con los pies.
Espero que estas fiestas nos traiga a los colombianos fortaleza y perseverancia para enfrentar un año difícil, claridad mental parasaber elegir el destino de nuestro país y una gran dosis de esperanza, sabiendo que si aportamos nuestro grano de arena, el 2026 puede convertirse en un año heroico.
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