Este país centroamericano es uno de los principales destinos turísticos del continente por la belleza de sus playas, su importancia histórica, la magnífica infraestructura desarrollada para el disfrute de los visitantes, y la amabilidad de sus habitantes.
La República Dominicana comparte la isla La Española con Haití y, aunque son países que podrían considerarse hermanos, son completamente distintos por el rumbo que han tomado desde hace ya bastante tiempo. Haití es uno de los países más atrasados del mundo, famoso por su pobreza, su inestabilidad política y la violencia que se ha apoderado de él.
La República Dominicana tiene una extensión aproximada de 48 mil kilómetros cuadrados y una población de unos 10 millones de habitantes. Su capital, Santo Domingo, es una de las ciudades más antiguas de América. Su catedral fue la primera construida en el Nuevo Mundo, y se conservan otras grandes edificaciones del siglo XV como el palacio Alcázar de Colón donde funciona el interesante museo de Las Casas Reales.
Es de destacar el proceso de restauración que se viene adelantando en el centro de Santo Domingo por la excelencia del trabajo en cada una de las edificaciones intervenidas y el concepto de urbanismo aplicado en calles, andenes peatonales y plazas. Difícilmente se encuentra en otra ciudad americana una restauración tan bien realizada como ésta.
En el extremo oriental del país, de cara al mar Caribe, está la región de Punta Cana que a lo largo de 32 kilómetros de playas ofrece para el turismo no menos de 250 hoteles, conjuntos residenciales de primera categoría, dos marinas, lujosos clubes, y todos los servicios indispensables para el confort de los visitantes.
Autopistas de varios carriles y carreteras secundarias comunican el país de extremo a extremo, en perfecto estado para un tráfico abundante. Llama la atención el aseo generalizado, el aislamiento lateral de las vías para impedir su ocupación por comercios informales, y el buen aspecto hasta de los pequeños asentamientos a pesar de la pobreza que, como en todos los países en vías de desarrollo, se padece en ellos.
En la República Dominicana no se perciben signos de violencia o inseguridad. Por el contrario, para el visitante el ambiente es de tranquilidad y comodidad, tanto más en los lugares turísticos.
En el país hay grandes inversiones extranjeras que generan miles de empleos, aun de personas sin preparación. Y el turismo, que se ha convertido en el impulsor de la economía, ha creado una cultura de amabilidad de los dominicanos que se manifiesta en los lugares visitados, en restaurantes y hoteles y, en general, en todas las actividades de la vida diaria.
Como experiencia personal cabe afirmar que no existe de parte de los prestadores de servicio y de los comerciantes interés en engañar al turista, ni siquiera en aprovechar la oportunidad para hacer cobros exagerados. No sé si existen normas específicas para sancionar las conductas inapropiadas. De todas maneras, la actitud honesta de los habitantes de la República Dominicana merece un reconocimiento.
ramirezperez2000@yahoo.com.mx
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