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La mejor historia de amor
De esa manera pasó José a la historia, no sólo con imágenes y estampitas y oraciones, sino que su nombre, el del padre putativo de Jesús, se regó por todo el mundo.
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Lunes, 18 de Marzo de 2019

El hombre ya tenía sus añitos. Las canas se le estaban metiendo en el poco cabello que le quedaba y en la no muy cuidada barba que intentaba lucir. Trabajador, serio y honrado, pero sin mucho dinero, a su edad no había conseguido mujer para casarse. Porque era exigente. Quería para compañera del resto de su vida una mujer trabajadora y seria, como él, y además bonita. Y en esos tiempos no era fácil conseguirla, de modo que iban pasando los años y nuestro amigo se iba quedando solterón, entregado a su taller de ebanistería.

Pero un día pasó por el frente una jovencita. Iba con el cántaro hacia el pozo en busca de agua. El hombre levantó la vista, soltó el escoplo y salió a la puerta. Allí la esperó hasta su regreso. La vio venir con el cántaro a la cabeza. Era hermosa, sonriente y “llena de gracia como el Ave María”, según el decir del poeta Amado Nervo. Es que los poetas dicen cosas muy bonitas.

-Buenos días –dijo ella. Su voz tenía el dulce de la miel que le traían del campo. Sus ojos eran claros, con una claridad celeste y tenía una piel tan blanca como el aire cuando no está contaminado.   

-Buenos días –le contestó el man, con voz temblorosa por la emoción, no por la vejez. Y su amabilidad se desbordó con la chica cuando se ofreció a ayudarle a llevar el cántaro hasta su casa. Ella aceptó con un “me da pena”, que utilizan todas las mujeres. “Mucho gusto, me llamo José”. “El gusto es mío, me llamo María”.

No se dijo más. Sólo se miraban, pero ya se sabe que las miradas dicen más que las palabras. Llegaron a la casa y la chica lo mandó a seguir, se lo presentó a la mamá, se tomó un tintico sin azúcar, por la diabetes, y luego se despidió de las mujeres. Su mano callosa tropezó con la mano tierna y delicada de la jovencita.

El carpintero regresó feliz, pero …Ya se sabe que toda cosa buena tiene su pero. Una muchacha así era lo que él necesitaba, pero era muy jovencita, casi una niña. Cuando volvió a su oficio,  no daba pie con bola. Se pegó dos machucones, clavó mal una puntilla y la tabla no le quedó bien cepillada. Se sentó para calmarse y tomó la más grande determinación de su vida: Aunque lo llamaran asaltacunas, viejo verde o carpintero degenerado, le echaría los perros a la chica . Y con esa determinación siguió trabajando. 

Por otra parte, doña Ana, la mamá, regañó a la niña:

-María, te he dicho que no te juntes con desconocidos.

-Sí, mamá, pero es que el viejo tiene algo tan divino, su mirada es tan noble y se ve tan servicial, que me atrajo de una.

-Pues sí, mija, pero ten cuidado.

Al otro día y a la misma hora, la chica volvió a pasar con el calabazo del agua. El carpintero la alcanzó: “¿Te puedo acompañar?” Ella no le contestó. “¿Te comieron la lengua los ratones?”, le dijo como Leonardo Favio. Ella sonrió y se prendió la conversa.

Y así comenzó aquel romance. Que los romances hermosos comienzan de cualquier manera: en la calle, en una terraza, bajo la luna, con canciones, con poemas…en fin. El más hermoso romance de todos los tiempos. Y el más famoso. José, el carpintero de Nazareth, y María, la hija de Joaquín y Ana.

De esa manera pasó José a la historia, no sólo con imágenes y estampitas y oraciones, sino que su nombre, el del padre putativo de Jesús, se regó por todo el mundo. Hasta nosotros le rendimos homenaje: San José de Guasimales, San José de Cúcuta, colegio San José, barrio San José, clínica San José, catedral de San José y municipio de San José de Cúcuta.

Hoy es su fiesta. Por eso los Chepes y las Josefas, y los que cumplen años hoy, y los cucuteños todos estamos  de plácemes, por nuestro santo patrono. Y no sólo eso. Sino que los comerciantes han dispuesto que hoy sea el Día del hombre.  Por San José. Vamos a ver con qué se vienen ellas.

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