Iniciamos un nuevo mes en el año 2024 y observo con preocupación diversos movimientos, manifestaciones públicas y acciones de gobernantes o líderes que provocaron de inmediato una revisión historiográfica de algunos conceptos y métodos de la ocupación del poder, y la manipulación de los gobernados.
Las naciones libres y soberanas no deben ser manejadas con discursos de odio y división, no pueden ser lideradas con el terror y la demagogia. Para ser un país serio con credibilidad se debe ante todo respetar la institucionalidad y a pesar de las diferencias ideológicas, pensar en el bienestar de los gobernados, ese que tanto todos dicen defender.
Mirando algunos textos llegué a un cuestionamiento corto: ¿Qué es una dictadura? La respuesta, es una forma de gobierno en la que un sólo individuo, o un grupo pequeño de ellos, sostiene el poder absoluto sobre el Estado de manera indefinida y sin limitaciones constitucionales reales.
Implica que el poder político se ejerce de manera autoritaria, vertical, sin espacio para el debate ni el disenso político, y, por lo tanto, tampoco para el ejercicio de la democracia.
Las dictaduras pueden instaurarse de maneras muy distintas, algunas incluso llegando al poder democráticamente, disfrazados de revolución y populismo, diciendo lo que la coyuntura quiere escuchar en ese preciso instante, se aprovechan de las emociones colectivas, guerras civiles o golpes de Estado.
Pero si su origen es legítimo y democrático, las prácticas autoritarias y el desbalance de poderes que implica toda dictadura impide su remoción del poder, y a veces, su sola denuncia.
El término dictadura proviene de dictador, que es la persona que detenta el poder político en los gobiernos de esta naturaleza, y esta palabra a su vez proviene del latín “dictator”, término que se empleaba en la antigua República Romana para designar a los magistrados que, frente a una amenaza militar o una crisis extraordinaria, eran investidos de poderes especiales y absolutos, o sea, de autoridad ilimitada dentro del Estado.
Pero como podemos reconocer una forma de estas al gobernar o gobernante, la mayoría de las veces la negación de la sociedad no permite ver la manera despiadada de su instauración como sistema, por ello hay que estar prevenidos. Algunas de sus características son:
1. Poder político absoluto e ilimitado en manos de un único individuo o de un único partido, o una camarilla puede ser militar o con sesgo político ideológico.
2. Suspensión de las garantías constitucionales mínimas tales como la libertad de expresión (censura de prensa), la libertad de asociación, el derecho a la protesta, el derecho a la vida, al no pensar igual que el régimen, etcétera;
3. Manejo autoritario de los poderes del Estado, para mantener el orden político y social a toda costa, incluso ejerciendo la violencia sistemática en contra de la población: represión, encarcelamientos, desapariciones, tortura, algunas formas de manera descarada con aparatos obedientes al régimen o por medio de terceros que dicen desconocer pero que trabajan como socios hacia el mismo objetivo, etcétera.
4. Anulación o disolución de las instituciones democráticas, imposibilitando el equilibrio de poderes de la República y violando lo establecido en la Constitución, o al menos dándole una interpretación sesgada, conveniente, son amantes de la constitución y su disolución, pues el síndrome de Adán es evidente (antes que yo nada existía); y
5. Pérdida del Estado de derecho, que consiste en que los ciudadanos son enjuiciados de modo distinto dependiendo de si pertenecen o no al segmento de los poderosos, que se vuelven intocables, por lo general los órganos de justicia pierden su credibilidad y transparencia y se someten al régimen establecido, la imparcialidad desaparece, la justicia se convierte en selectiva, en conclusión, son regímenes altamente corruptos y profundamente criminales. Esto es muy preocupante a la luz de las últimas noticias.
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