En la historia de los países en ocasiones los hijos de los presidentes incurren en excesos, abusos de poder, a veces se enriquecen y pueden llegar a dar lugar a unas consecuencias y resultados políticos nefastos. En el siglo pasado sucedió algo de eso en Colombia, más exactamente el 7 de agosto de 1945, cuando ejercía su segundo mandato quizás el mejor presidente de Colombia en el siglo XX, Alfonso López Pumarejo debió renunciar a la presidencia por un episodio en el que su hijo Alfonso López estuvo involucrado en los negocios de una compañía holandesa, la Handel, que generó una gran crisis y obligó a su padre a dejar la presidencia. El hijo se enriqueció. Sin duda un episodio lamentable para el presidente que entre 1934 y 1938 transformó al país, lideró lo que se denominó “La Revolución en Marcha” que en su momento trajo profundos cambios en el país. Años antes otro presidente de Colombia debió renunciar en circunstancias diferentes, Marco Fidel Suárez, el presidente empeñó el sueldo porque su hijo había muerto en la pandemia de gripa y no tenía dinero para repatriarlo. Lo acusaron de indignidad y debió dejar el cargo.
¿Hasta dónde puede llegar el episodio del hijo y del hermano del presidente? Como si no fuera suficiente con lo que ya sucede en el país, lo único que faltaba era este nuevo detonante que le generan más incertidumbre e inestabilidad a Colombia. La investigación queda en manos del fiscal general Francisco Barbosa, y dependiendo de su desarrollo, ni imaginar por ejemplo al hermano del presidente detenido por incurrir en excesos. Tenía razón en una reciente columna en El Tiempo el columnista Pedro Medellín quien expresaba que lo más preocupante de este gobierno era en tan poco haber estaba dilapidado tan rápido su capital político. Tenía muchas cosas a favor: dinero como nunca antes lo había tenido un gobierno con los 22 billones de la reforma tributaria, un gobierno sin oposición, que estaban dispuestos a aprobarle todo. ¿Qué más quería el presidente? Hasta hace pocos días el principal problema de este gobierno era el twitter de Petro. Es decir, el mayor problema del gobierno era el propio gobierno, que ironía.
Y aparece este nuevo lío en apenas seis meses de gobierno. ¿Hoy en día ya es común en cualquier reunión que se aborde la pregunta, y que va a pasar con este gobierno, e incluso algunos van más allá, será que Petro termina su período con todo lo que está sucediendo? Para algunos la foto más indignante fue la de los policías retenidos en San Vicente del Caguán. Frecuentemente en estas reflexiones miro la historia y trato de confrontar si habíamos tenido una crisis similar, pero no, esta es diferente a todas las anteriores porque nunca habíamos tenido un gobierno de izquierda. Soy de los que creo que Colombia, a diferencia de lo que ocurre en otros países vecinos, no llega a una ruptura institucional. Colombia no termina como Venezuela por ejemplo cerrando el congreso, acabando con las Cortes o aniquilando la oposición.
Todo lo contrario, la semana pasada hubo dos mensajes de las Cortes que muestran que podrían frenar al gobierno: el Consejo de Estado le suspendió el decreto de regulación directa de los servicios y la Constitucional anunció que podrá suspender leyes. Y ahí viene otra pregunta ¿Qué va a pasar en el país si el congreso no le aprueba las reformas al gobierno? Ahí es donde veo algo inédito, históricamente nunca visto en Colombia y hasta en el mundo, como para un guión de una película surrealista, y es un presidente como jefe de gobierno arengando al pueblo, incitándolo a protestar contra el establecimiento del cual Petro es jefe de estado, porque no lo dejaron gobernar, no le permitieron hacer sus reformas. Y se me acabó el espacio, y apenas esa es la primera parte de la película.