Aclaración inicial: no soy candidata a nada, pero eso no quiere decir que me voy a quitar del camino de muchos que quisieran seguir viendo a la ciudad como su botín personal y que quisieran que los ciudadanos se preocuparan solo por los 50K del voto (o a como esté en octubre) y no por los cupos en la universidad para sus hijos o la titulación de sus viviendas.
¿Pero por qué están tan agitadas las aguas en este momento, cuando aún faltan 160 días para la elección? Porque hoy hay más gente libre y decidida a liderar su vida en lugar de esperar a que un politiquero picho le solucione el diario, y claro que eso les asusta.
En tres años aprendí lo que la Academia jamás podrá enseñar, y entendí que a pesar de que el “sistema” pueda parecer decepcionante, sí se puede ser un buen funcionario y sobrevivir en el intento. Los hechos demuestran que valió la pena, exceptuando algunos casos y personas que son totalmente indefendibles.
Los jóvenes lograron mucho. En barrios donde las aguas no daban tregua para pasar hoy hay obras de infraestructura jamás pensadas: Box Culvert en Manuela Beltrán y Cormoranes. También, un parque con una playa (un sueño antes pensado por un cucuteño que también quiere que la ciudad sea cada vez mejor); la Loma de Bolívar fue renovada y hoy es espectacular (y seguro) sentarse por las noches allá y comer algo; le pusieron las orejas a un puente que a los politiqueros les daba igual si servía como estaba o no. Hoy hay internet gratuito en más de 13 parques de la ciudad y en todos los colegios para mejorar el aprendizaje de los niños y jóvenes; se apoyó a más de 3.500 emprendedores para que pudieran vender más y vivir mejor; mejoró la infraestructura de las IPS de Imsalud; se restauró el hogar de paso para atender a menores víctimas de todo tipo de violencias y, por si fuera poco, se redujeron las tasas de desempleo e informalidad. Pero quieren invisibilizar esto y hacerle creer a la gente que los jóvenes que tuvieron la oportunidad no hicieron nada. Pues no, mis cielos.
Para que Cúcuta sea la ciudad que queremos falta mucho, pero (por eso mismo) ni de vainas nos podemos rendir.
Cuidado: Mi defensa no es hacia el alcalde, ni un gesto de gratitud hacia él. Mi mayor gesto de gratitud (más bien de coherencia) fue trabajar con honestidad, eficiencia y sin descanso. Mi defensa es hacia los más de 600 jóvenes que tuvieron la oportunidad de trabajar en lo público por primera vez, y que desde las diferentes Secretarías luchan por dar soluciones a las comunidades. Esos jóvenes que (hay que reconocer) sin Jairo Yáñez no hubiésemos podido tener la oportunidad siquiera de entrar a la alcaldía a pedir un baño prestado, y que no son los responsables ni los culpables de lo que hace o deja de hacer el alcalde.
Ellos han trabajado con ilusión y convicción de que la ciudad puede cambiar y no es justo meterlos en un paquete de la deshonra. Que logren convencer a los jóvenes de que este proceso no valió la pena, sería una mayor derrota que ni la vivida por algunos candidatos que han perdido tres o cuatro elecciones. Huir no es la solución, hay que quedarse y corregir.
O como dice Edna Moda: ¡Ve, enfrenta el problema, pelea, gana!