Se suele pensar en la intermediación política como sinónimo de la representación política o del clientelismo. Es decir, que alguien intermedia para que mis intereses individuales se vean reflejados en las decisiones públicas. Sin embargo, acá se propone una definición diferente a partir de sus actores. Los intermediarios políticos son aquellos que se ubican entre el Estado y la Sociedad Civil.
Esto incluye, a los partidos políticos, los medios de comunicación, lideres sociales y todas aquellas personas o grupos con influencia en la agenda pública. Tradicionalmente, estos intermediadores filtraban o matizaban la información en una especie de curaduría de las estrategias comunicativas de las autoridades o lideres con cierto capital político.
Dicha intermediación se ha debilitado por la crisis de legitimidad de estos intermediarios. En su mayoría, los medios de comunicación fueron cooptados por grupos empresariales que usan están plataformas fundamentalmente para proteger o impulsar sus intereses económicos. Ni que decir sobre los partidos políticos que en Colombia tienen una imagen favorable del 11% de acuerdo a mediciones de Gallup (2023).
El auge de las redes sociales, que potenció la pandemia, terminó de desestructurar dicha intermediación política. Lo que inicialmente se pensó que era una forma de fortalecer la democracia terminó siendo un potente instrumento de manipulación, especialmente en época de elecciones. Las redes sociales promueven una comunicación unidireccional en las que los políticos no se exponen a la crítica o el escrutinio de aquellos que piensan diferente.
En la época de la posverdad, los políticos, convertidos en influencers, dirigen sus esfuerzos a crear enemigos e identificarse en oposición a ellos. Utilizan mentiras o medias verdades para construir relatos emocionantes o videos divertidos que puedan entretener a sus seguidores de Tik Tok, Twitter o Instagram.
Rodolfo Hernández hizo su campaña política sin mítines o discursos públicos, y casi resulta ganador de las elecciones presidenciales. Igualmente, Petro y Uribe cuidan sus audiencias y las alimentan constantemente. Además, la inteligencia artificial y la nueva ciencia de datos permite refinar los mensajes que apuntan al inconsciente personal y colectivo donde se alojan los miedos y los deseos más profundos de una sociedad.
La ausencia de intermediaros políticos lastima la democracia. Ya no elegimos a estadistas sino a showman. Esto explica parte del éxito de Trump, quien está a punto de reelegirse con la promesa de convertirse en dictador. Bukele, el popular presidente salvadoreño, se formó como publicista de las exitosas empresas de su padre. Zelenski, presidente de Ucrania, era un comediante que llegó a la presidencia por la popularidad de sus burlas e imitaciones al anterior presidente Poroshenko.
Las mismas redes sociales y la inteligencia artificial pueden actualizar a los intermediarios políticos en beneficio de una sociedad civil informada y deliberante. Los medios de comunicación avanzan en la transición pero los partidos políticos tienen aún un largo camino por recorrer para alcanzar nuevamente un status legitimo como intermediarios políticos.