Invitado por la Academia de Historia de Santander a celebrar, el pasado sábado 20 de julio, los 214 años del denominado Grito de Independencia, asistí, junto con el académico Julio Aníbal Perea, a dicha sesión solemne. Esta corporación está dirigida por Armando Martínez Garnica, posdoctorado en Historia, quien simultáneamente preside la Academia Colombiana de Historia.
Su discurso, porque a su vez ofició como orador de orden, fue muy crítico con la escogencia que en el siglo XIX se hizo de tres fechas clásicas: 20 de julio, 7 de agosto y 11 de noviembre. Sus argumentos son muy personales, producto de años de indagación, estudio y análisis, pero acepta que mientras estén ahí, instituidos legalmente, hay que aceptarlos.
También me llamó poderosamente la atención que durante sus palabras de apertura de la sesión el señor presidente llamó la atención a los académicos ausentes, porque el día que se posesionaron juraron cumplir fielmente los estatutos de la Academia de Historia. Eso se llama perjurio.
Independientemente de los actos patrios, quiero referirme a la remodelación de la llamada “Casa de Bolívar”, donde funciona la Academia de Historia de Santander, gracias al expresidente Eduardo Santos Montejo. El mismo caso nuestro en Cúcuta, porque el recinto donde funciona la Academia de Historia de Norte de Santander, fue cedido por el mismo expresidente cuando vino a inaugurar el Palacio Nacional -Edificio Santander-.
En el caso de la Casa de Bolívar la remodelación y recuperación de otros espacios es asombrosa porque todo quedó bien diseñado y distribuido. Ni qué decir de la recuperación del centro histórico de la ciudad, precisamente el entorno del parque García Rovira, donde está ubicada la iglesia San Laureano, la capilla de los Dolores, alcaldía, gobernación y la Academia de Historia de Santander, entre otras entidades. Gracias al doctor Gerson Perea Quintero por sus atenciones.
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Reservé un espacio de esta columna para referirme al libro que me ha enviado mi buen amigo el abogado y escritor sucreño Roberto Montes Mathieu. Roberto dirige desde hace 11 años el Magazín del Caribe, una revista literaria nada ostentosa, asaz ilustrativa y de 20 páginas, que sostiene con donaciones de amigos. Ahora ha publicado un libro titulado “Breve historia de la narrativa en el Caribe colombiano: 1844 - 1999”.
El autor se queja de que desde las altas esferas oficiales se omite la historia literaria del Caribe colombiano. En esta galería de escritores caribeños es diciente el caso muy concreto de Juan José Nieto Gil, también expresidente de la República, nacido en el municipio bolivarense de Calamar, autor de la novela “Ingermina o la hija de Calamar” (1844), la primera novela publicada en Colombia. Juan José Nieto sufre una doble tragedia, porque como escritor su obra no se menciona, aunque hace pocos años, después de siglo y medio la novela mencionada fue reeditada y aún sigue desconocida; y como estadista, no se le menciona en el listado de expresidentes, ni en la galería de los mismos, por ser afrodescendiente.
Nieto Gil fue presidente de la República entre el 25 de enero y el 18 de julio de 1861, en la Confederación Granadina, y aunque en 1918, después de 157 años, fue restituido a la galería presidencial de la Casa de Nariño, aún es desconocido. Esa es la preocupación de Roberto Montes Mathieu, visibilizar a su gente caribe que llena cuartillas con pasión y talento.
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