Llegar a 101 años de edad y cumplir 70 años de matrimonio son unos alcances casi inverosímiles ante lo frágil y cambiante que es la vida del hombre. Pero más increíble, aun, es que alguien haya transitado todo ese tiempo dentro de unos principios invariables y un desempeño diáfano en su profesión y en su vida familiar. Es el caso del médico norte santandereano Hernando Villamizar Flórez.
Los largos años de su actividad al servicio de la salud dejan el recuerdo de un facultativo estudioso, intachable y caritativo que se esforzó por dotar a su región de unas instituciones hospitalarias de primera categoría que siguen atendiendo a la ciudadanía.
La vida familiar del doctor Villamizar Flórez, igualmente, es un ejemplo de rectitud. Como fruto de su ingente trabajo cobijó con afecto a sus seis hijos y les proporcionó los medios para que culminaran sus estudios universitarios, dos de los cuales siguieron, como él, la carrera de medicina. Ellos son el mejor testimonio de esa permanente y valiosa labor doméstica
También proviene Hernando Villamizar de una numerosa familia en la que sobresalieron destacados profesionales y servidores públicos como su hermano, el General Jorge Villamizar Flórez, quien llegó a ser Comandante del Ejército Colombiano. Una característica sobresaliente de esa estirpe ha sido la unión familiar que ha trascendido a todas sus generaciones.
Sería incompleta cualquier referencia biográfica de Hernando Villamizar Flórez si no contuviera la presencia de su insuperable esposa, Leonor Gómez Gandica, quien ha estado a su lado toda la vida ofreciendo el apoyo constante que necesita el hombre para cumplir su destino, y conduciendo el hogar con la fortaleza y el amor que exige la formación de los hijos. Venturosamente ella le sobrevive y sigue siendo el centro de atención de toda la familia.
Quienes hemos tenido la oportunidad de leer los escritos que publica en Facebook su hijo, Ricardo Villamizar Gómez, encontramos en ellos innumerables anécdotas de su vida familiar y recuerdos afectuosos que retratan al padre de cuerpo entero en sus diversas facetas: el pedagogo exigente, el amigo leal, el médico caritativo, el familiar cariñoso. Ojalá esos borradores se conviertan en la semblanza integral de quien ha dejado grabada en la sociedad una imagen edificante.
Y quiero expresar a Leonor y cada uno de sus hijos y nietos mi condolencia, acompañada de un espíritu de serenidad, porque quien alcanzó tan avanzada edad rodeado del afecto de los suyos y habiendo culminado todas las etapas de su vida honrosamente, transmite la sensación de contemplar un lago en calma iluminado por el sol que declina.
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