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Gabinete ministerial
Con estos y otros anuncios del presidente electo hizo bajar la guardia a muchos colombianos que estaban prevenidos.
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Martes, 26 de Julio de 2022

En las últimas semanas el presidente electo ha venido soltando graneaditos los nombres de los ministros que lo acompañarán en la primera etapa de su administración. Digo la primera etapa, que generalmente son los primeros cien días, o primer año, porque es difícil aseverar que serán sus compañeros en su periodo constitucional completo, ningún presidente de la República lo puede asegurar. El presidente Iván Duque lo hizo, pero no es que haya incumplido, sino que es imposible. A menos que existan circunstancias especiales o fortuitas en ese tiempo, es al final de este término donde el mandatario evalúa a su círculo cercano y el progreso de su programa. Es por ello que existe la figura de la renuncia protocolaria.

 En los primeros anuncios de quiénes serán sus colaboradores inmediatos vimos un mandatario con deseos de acertar. ¿Quién osaría, por ejemplo, cuestionar la idoneidad intelectual y aceptación política de un José Antonio Ocampo, Álvaro Leyva Durán, Cecilia López Montaño y Alejandro Gaviria, entre otros? Absolutamente nadie. Sólo a Alejandro Gaviria le enrostraron recientemente actuaciones suyas en la anterior campaña presidencial, pero de su talento profesional y vida personal es una persona inmaculada.

A todos ellos, una vez anunciados, tanto la prensa como su jefe inmediato les han asignado tareas difíciles. Al futuro ministro de Hacienda el presidente electo le asignó la tarea de “construir una economía productiva y una economía para la vida”. Pero si somos más realistas tenemos que transportarnos a la tarea ingrata que le espera: tramitar la reforma tributaria y cuál sería su recaudo. Desde la campaña, y luego del 19 de junio, han hecho tantos anuncios sobre la cuantía que cada vez que anuncian un tope de recaudo tienen que recular, lo que nos avisa que están improvisando. El futuro ministro José Antonio Ocampo ha sido muy discreto y prudente al respecto, sencillamente porque la experiencia no se compra. Los que sueltan tonterías en la prensa son los novatos, porque creen que los proyectos son fáciles de cristalizar y porque pierden el control delante de los micrófonos.

Otro tanto podríamos decir del nuevo canciller Álvaro Leyva Durán, quien viene de la cantera del conservatismo colombiano, al que sirvió en diferentes destinos, precisamente aquellos que la democracia reserva a sus mejores unidades. Leyva tiene bagaje intelectual, prudencia y alcurnia, lo que se necesita para tan delicada misión en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Hoy no milita en la política tradicional colombiana que tanto lo consintió, pero es necesario desearle buen tiempo y buena mar.

Cecilia López Montaño hizo carrera política dentro del Partido Liberal, colectividad que la premió como congresista, embajadora, y varias veces ministra, directora del Instituto de Seguros Sociales y directora de Planeación. Sus planteamientos son auténtica y moderadamente socialdemócratas y ello le genera confianza. Ahora repite en la cartera de Agricultura.

Con estos y otros anuncios del presidente electo hizo bajar la guardia a muchos colombianos que estaban prevenidos, y que ahora lo vuelven a estar con el nombramiento del exmagistrado auxiliar Iván Velásquez Gómez como ministro de Defensa. Las reacciones vienen de todos lados. La Silla Vacía dice que “Con Iván Velásquez, Petro les pone a los militares un ministro y un vigilante”. Paloma Valencia dice que “…no es solo un desafío; es una amenaza”. Oscar Montes dice que “Es una decisión arriesgada con la que el presidente electo parece jugársela toda en un sector en el que no tiene ninguna consigo”. Amanecerá…

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