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“En esta casa no ha pasado nada”
Traigo a colación este tema por varias razones.
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Sábado, 21 de Octubre de 2023

Un día como hoy hace 41 años, el 21 de octubre de 1982, Gabriel García Márquez recibía una sorpresiva llamada a las 6:00 a.m. en México (7:00 a.m. en Colombia), en la cual le anunciaban que era el ganador del Premio Nobel de Literatura de ese año; era el cuarto escritor latinoamericano en conquistarlo desde 1901. La primera fue la reconocida Gabriela Mistral.

El periodista, escritor, y uno de los 16 hijos del apasionado telegrafista de Aracataca, Magdalena, don Gabriel Eligio García, aseguró, años después, que se ‘enteró’ por teléfono, minutos antes de que la academia sueca hiciera el anuncio oficial.

Él mismo narró su historia manifestando que: “sentado, al borde de su cama, en la habitación principal de la casa 144 de la calle Fuego, colonia Pedregal del Ángel, Ciudad de México, dormía sin cerrar los ojos, junto a su mujer, Mercedes Barcha, quien contestó la llamada. Aunque el timbre del teléfono lo hizo brincar de un salto, no consiguió interrumpir el sueño que esa noche tenía”.

Como quien presagiara ese tipo de cosas, producto de las diversas alucinaciones y formas de la cosmovisión de su abuela, todo se veía venir. Su mama había encendido una vela para que Gabo no ganara tal premio, no querían perderlo, todos tenían miedo; miedo a los fantasmas del qué hacer o de la misma fama. Pero el destino ya estaba jugado y la radio de Colombia lo anuncio sin piedad: “Urgente, Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura…”, alertó en su primicia más eufórica, el reconocido periodista, en ese momento de Caracol y director del programa 6AM Hoy por Hoy, Yamid Amat. La noticia se dio en el edificio de la emisora en el centro de Bogotá.

Colombia para esos días vivía muy al estilo del realismo mágico que relataba el nobel en sus historias: bombas, acciones subversivas, terrorismo, pobreza, olvido, izquierdas y derechas… un ambiente que no estaba preparado para semejante noticia, por lo que esa victoria de uno para todos se convirtió en euforia y paro cívico nacional, como nunca se había visto en la historia. El país se tomó las calles para algo diferente a protestar. El 21 de octubre de 1982 Colombia fue una sola manifestación para festejar el triunfo de uno de sus paisanos. La crónica de ese día parecía a la del 20 de julio.

Estábamos en la cima de la alegría; por unos instantes nuestra patria no fue mencionada por sus malas noticias y pesares sino por el inmenso honor de tener un nobel de literatura en un país donde la lectura no es precisamente el mayor pasatiempo, al igual, tenemos un nobel de paz donde la guerra aun no cesa.

Sin embargo, traigo a colación este tema por varias razones, primero, porque muchas veces el pesimismo nos lleva por delante y no nos deja ver que estamos hechos para grandes cosas. En segundo lugar, para que nuestros niños y jóvenes valoren la literatura y la historia como pilares fundamentales de transformación. Y, en tercer lugar, para que la sociedad colombiana despierte del letargo en que está de creer que muchas veces los sueños no se pueden hacer realidad, y que acá solo nos domina el terror y las ideologías trasnochadas que nos buscan imponer, así como el mismo García Márquez le respondió al presidente Betancur cuando lo llamó a felicitarle por semejante hazaña: “En esta casa no ha pasado nada”.

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