La indignación que hay en la ciudad y la región por los excesos de la gobernación en el contrato del Faro del Catatumbo es muy grande. Se habla que en solo este año los excesos equivalen acifras astronómicas, más de 70 mil millones de pesos, y eso mientras los puentes y las vías de la regiónse siguen cayendo. En estos días escuchaba en Caracol que mucha gente de Ocaña abandona la ciudad ante la gravísima situación de inseguridad. Se acercan las elecciones y General Mora ha sido inhabilitado, era el candidato que recogía mucho de ese descontento; En estos días tomamos un café y es un hombre trasparente y valeroso que espera lo mejor para su departamento, aún sigue pendiente la definición del recurso de reposición. Los excesos de poder siempre han existido en toda la historia, muchos de ellos dramáticos. Uno de los casos que recuerdo de los últimos años en Colombia, el de Alberto Santofimio, hombre culto e inteligente, eximio orador, que escogió el peor de los caminos: acercarse a Pablo Escobar para despejar su camino político y termina incidiendo en la muerte de Galán. Tenía todo para ser presidente, pero terminó preso.
Algo de eso le sucedió a Samuel Moreno. Un hombre que nació en una “cuna privilegiada”, con apellido, honores y dinero, y cuando fue alcalde de Bogotá se puso a hacer lo que no necesitaba: robar. Terminó preso, solo y olvidado. Son personas que se equivocan en la vida, que como lo escribía Josemaría Escrivá de Balaguer: “Cuando has buscado la compañía de una satisfacción sensual…qué soledad después”, o esta frase para escribirla por algún lado en la gobernación: “No olvides que eres…el depósito de la basura”.
La vida de las ciudades siempre está rodeada de mitos y creencias. Una de ellas es que la justicia no funciona, es ineficiente y por ello algunos políticos creían tener una especie de aval permanente que les permitía incurrir en abusos, en excesos con los recursos públicos y no sucedía nada. Incluso por muchos años ha hecho parte de nuestra laxa moral la expresión “Robó pero hizo”. Una curiosa manera de justificar una supuesta buena administración. Sin embargo por estos días han aparecido algunas decisiones de extinción de dominio que muestran que aunque tarde, la justicia aún llega. Han generado en algunos sectores alarma y preocupación. Las solas cifras de los bienes que se han extinguido son alarmantes, indignantes, 65 mil millones, y por estos días nos enteramos que esas maniobras llegaban a barrios populares como sucediera con el Oasis. Lo cierto es que esas decisiones han coincidido con la actual campaña política y las impacta.
Lo he escrito y manifestado por estos días. Hace 4 años el voto en blanco a la gobernación fue de 108 mil votos; sin ninguna organización o comité, mientras que el actual gobernador ganó con 327 mil votos. Si agregamos que hubo 75 mil votos no marcados para la gobernación, que es un voto protesta, una expresión de insatisfacción, que está ahí, y ahora es peor con todo lo que ha sucedido por estos días, el voto en blanco es una expresión ciudadana contra los excesos de poder. Podemos estar hablando de cerca de 200 mil votos que es una suma nada despreciable. Si a ello se suma muchos abstencionistas, muchos jóvenes que se sienten engañados, el tema es posible, como me lo expresaba alguien, no solo esta posibilidad es probable, sino que puede estar más cerca de lo que imaginamos. Hace poco un profesor hizo un taller en la UFPS con 120 jóvenes, muchos de ellos que habían votado por Petro y los actuales gobernantes nuestros. El resultado fue muy llamativo: ninguno volvería a votar ni por Petro, Serrano ni el alcalde. Se sienten engañados. El inconformismo es muy grande.
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