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El Tarra y la disonancia de la educación
El ejercicio terminó siendo un homenaje a la verdadera educación, representada en esas maestras.
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Lunes, 22 de Mayo de 2023

Hace algunos años, realizando un ejercicio pedagógico con docentes en el municipio del Tarra, realicé una acción para buscar conocer el grupo, les pedí que se ordenaran en filas según el tiempo que llevaban trabajando en la institución educativa.

La fila se hizo, y cada uno fue contando el tiempo que lleva laborando en la institución educativa, sin embargo el ejercicio empezó a tomar otro rumbo cuando varios de los(as) docentes, en su mayoría con arraigo en el territorio, sobrevivientes del conflicto armado, un buen número oriundo del Tarra, muchos de ellos(as) rompieron la fila y empezaron a rodear a las docentes que estaban al final de fila, las de mayor experiencia, y sin esperarlo, las abrazaban para contar, qué tiempo llevaban como docentes, pero además decían abrazando a su maestra, que estaban allí gracias a la fuerza, el coraje y el amor de ellas, que cuando vieron el pupitre de ellos vacío, se fueron selva adentro a enfrentar al comandante guerrillero de turno, para que les respetara el derecho a estudiar, situación que se repitió en varias ocasiones, incluso cuando eran obligados a raspar coca, ellas muy valientes enfrentaban al que tuvieran que enfrentar para que los dejarán volver a la escuela.

El ejercicio terminó siendo un homenaje a la verdadera educación, representada en esas maestras, en especial sirvió para explicar que la educación en el Catatumbo salva vidas y termina siendo una de las pocas oportunidades dignas laborales que tienen algunos, después de mucho sacrificio, para rehacer su proyecto de vida.

Docentes que hoy continúan ese legado de salvar vidas a través de la educación, inquietos(as) y preocupados(as) cada vez que ven un pupitre vacío, innovadores, expectantes de que llegue algo de Paz al territorio, ojalá, a través de la educación.

Tras la firma del acuerdo de Paz, en la reforma rural integral que se acordó, incluyó al derecho a la educación desde la pertinencia de los estudiantes en el campo, priorizando gratuidad educativa.

Una posibilidad para enfrentar la deserción escolar empleando métodos de educación alternativa, viendo sus sedes educativas como plataformas para adoptar modelos a favor de la inclusión educativa.

El acuerdo 1 también sinónimo de la garantía del derecho a la educación de adultos iletrados, generó una expectativa de inversión en infraestructura y fortalecimiento de docentes, hablar de una universidad para el Catatumbo era obligatoria, para fortalecer la cualidad docente, garantizar el acceso a las tecnologías de la información, la gestión del conocimiento, la oportunidad de formación técnica agropecuaria desde educación media, becas rurales, se soñaba con una academia para el territorio.

Sin embargo, en la actualidad viven una disonancia, un concurso docente que los amenaza a dejar por fuera de esta labor, concurso que no evaluó, las capacidades que da el arraigo al territorio y todo lo que eso trae consigo, concurso que no contempla que son los mismos docentes que participaron en la construcción de los PDET, que son los mismos que han ayudado a replicar acciones a favor de la cultura de Paz, que son los mismos en los que la comunidad confía.

Y, por otro lado, para completar la disonancia, la expectativa de la Universidad del Catatumbo en su casa, ahí mismo, en el Tarra, como centro para la educación superior de esta región, la posibilidad de ser más fuertes, de ayudar a construir una nueva cultura académica de educación superior, pensada por y para el Catatumbo, con profesiones que también salven vidas, y consoliden por fin una idea más contextualizada de lo que puede ser el desarrollo y la Paz para esta región.

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